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-CONTENIDOS CONCEPTUALES DE E.F.I. 1 -
UNIDAD Nº I “GENERALIDADES DE LA EDUCACIÓN FÌSICA
“
-
Concepto
de Educación. Educación Física. Educación Física Infantil.
-
Fundamentación
del concepto de EFI.
-
Principios
que fundamentan la EFI.
-
Objetivos
de la EFI.
UNIDAD
Nº II “EL
NIÑO EN MOVIMIENTO”
-
Características
de los niños de 2 a
8 años. Características, físicas, motrices, y socio-afectivas. Evolución
biológica y psicomotriz.
-
Conceptos de
Madurez, Crecimiento, Desarrollo.
-
Desarrollo motor.
UNIDAD
Nº III “LA EFI Y
EL SISTEMA EDUCATIVO”
- Presentación del DCP.
-
Lectura
del DCP del Nivel Inicial y EGB 1. Su estructura.
UNIDAD
Nº IV “LA EFI Y SU DIDÁCTICA”
- La Clase.
- Actividades. Secuenciación.
EL CUERPO Y EL MOVIMIENTO I
E.F.I.
Unidad Nº 1
Concepto de Educación:
Etimológicamente, la educación tiene dos significados: educare que
significa “conducir”, llevar a un Hombre de un estado a otro; y educere que
significa “extraer”, sacar algo de dentro del Hombre.
Esta noción etimológica revela dos notas de la educación: por un lado, un
movimiento, un proceso y, por otro, tiene en cuenta una interioridad a partir
de la cual van a brotar esos hábitos o esas formas de vivir que determinan o
posibilitan que se diga que una persona “está educada”.
La educación significa, entonces, una modificación del Hombre, un
desenvolvimiento de las posibilidades del ser. Esta modificación no tendría
sentido si no implicara una mejora. En otras palabras, toda educación es una
perfección. Sin embargo, no toda perfección es educación, ya que existe en el
hombre una perfección que surge de una evolución espontánea del ser. Dado que
la educación presupone una influencia extraña, una dirección, una intención, se
la define como “un perfeccionamiento intencional de las funciones superiores
del Hombre, de lo que éste tiene de específicamente humano”.
Es a través del perfeccionamiento “inmediato” de las capacidades humanas,
que se logra el perfeccionamiento “mediato” de la persona humana.
No es lo mismo educación que instrucción, la cual consiste en la
transmisión de conocimientos. La educación contiene a la instrucción, pero
trasciende los planteos académicos, piensa en el Hombre todo y en todos los
Hombres como personas y como comunidad.
La Educación puede definirse
como:
· El proceso multidireccional mediante el cual se
transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a
través de la palabra: está presente en todas nuestras acciones,
sentimientos y actitudes.
· El proceso de vinculación y concienciación cultural, moral y conductual. Así, a través de la educación, las nuevas
generaciones asimilan y aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos
de ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores, creando además
otros nuevos.
· La Educación se comparte entre las personas por medio
de nuestras ideas, cultura, conocimientos, etc. respetando siempre a los demás.
Esta no siempre se da en el aula. Existen tres tipos de Educación: la formal,
la no formal y la informal.
La educación formal hace referencia a los ámbitos de las escuelas, institutos, universidades,
módulos.. Mientras que la no formal
se refiere a los cursos, academias, etc. Y la educación informal es aquella que abarca la formal y no formal,
pues es la educación que se adquiere a lo largo de la vida.
Una de las definiciones más interesantes nos la propone uno de los más
grandes pensadores, Aristóteles: "La educación consiste en dirigir los
sentimientos de placer y dolor hacia el orden ético."
También se denomina educación al resultado de este proceso, que se
materializa en la serie de habilidades, conocimientos, actitudes y valores
adquiridos, produciendo cambios de carácter social, intelectual, emocional,
etc. en la persona que, dependiendo del grado de concienciación, será para toda
su vida o por un periodo determinado, pasando a formar parte del recuerdo en el
último de los casos.
El objetivo de la educación es:
· Incentivar el proceso de estructuración del
pensamiento, de la imaginación creadora, las formas de expresión personal y de
comunicación verbal y gráfica.
· Favorecer el proceso de maduración de los niños en lo
sensorio-motor, la manifestación lúdica y estética, la iniciación deportiva y
artística, el crecimiento socio afectivo, y los valores éticos.
· Estimular hábitos de integración social, de
convivencia grupal, de solidaridad y cooperación y de conservación del medio
ambiente.
· Fortalecer la vinculación entre la institución
educativa y la familia.
· Prevenir y atender las desigualdades físicas,
psíquicas y sociales originadas en diferencias de orden biológico, nutricional,
familiar y ambiental mediante programas especiales y acciones articuladas con
otras instituciones comunitarias.
LA
EDUCACIÓN FÍSICA:
El
hombre se expresa a través del movimiento como una unidad bio - psico - social
que es posible perfeccionar. La acción de la Educación Física
se centra en el movimiento y el lenguaje corporal considerando las distintas
manifestaciones humanas y prácticas corporales dentro de las “configuraciones del movimiento”.
La
Educación Física (E. F.) es inseparable de la educación y fundamentalmente
tiene como finalidad el desarrollo armónico del ser humano; es decir, junto al
desarrollo biológico, psíquico y social su formación moral e intelectual.
Desde
su enfoque psicomotriz es “educación por el movimiento que estimula el desarrollo integral del
sujeto, respetando los procesos normales de crecimiento y maduración viendo la
conducta humana como una totalidad socio afectivo – cognitivo – motriz”.
La
misma requiere un programa adecuado y una planificación adaptada, basado en las
necesidades e intereses de niños y niñas con las posibilidades del medio, y
encararse desde:
§ Lo fisiológico (adaptación al
esfuerzo, destreza psicomotriz, capacidades motoras).
§ Lo psíquico (inteligencia,
descarga, confianza).
§ Lo social (acercamiento,
inclusión, roles).
Ahora,
es una disciplina (joven saber aún no ciencia) cuyas acciones deben tener sentido,
significado, orden y progresión; en ellas el educador es un facilitador que
ayuda al mejor desarrollo de la persona.
Como
la pedagogía de las conductas motrices es la responsable de activar todos los
elementos constitutivos de la función motora, a fin de que el ser humano pueda
alcanzar un óptimo nivel de
disponibilidad corporal en un momento dado de su evolución
Según
Herbert está ligada a la alimentación, la regulación del trabajo, la higiene,
el descanso y la vida al aire libre.
Así
la Educación Física “es un proceso pedagógico intencional y sistemático con
acción metódica que contribuye a la preservación y mantenimiento de la salud”.
Se
fundamenta y apoya en la filosofía, la psicología y la biología entre otras
ciencias, pero para identificar la Educación Física hay que partir de dos
grandes realidades antropológicas:
“El
cuerpo y el movimiento”.
EDUCACIÓN FÍSICA
INFANTIL (E.F.I.):
En
los últimos años se ha prestado especial atención al Nivel Inicial dentro del
sistema educativo, diversos estudios y experiencias; realizados por pedagogos,
psicólogos, fisiólogos y otros; han demostrado la enorme necesidad e
importancia educativa que demanda atender los procesos formativos de niños y
niñas en la primera infancia como factor capital de su futuro como hombres y
mujeres respectivamente.
Hasta
el momento en que el niño puede hacer uso de la palabra como medio de
comunicación, una de sus formas de expresión es el movimiento y a través de él
expresa su conducta. Las opiniones psicológicas estiman que la personalidad se
desarrolla por intermedio del movimiento, fundamental razón entonces para
considerar como muy valiosa a la disciplina que lo propicia.
El
Nivel Inicial y la EGB tienen como objetivo fundamental “la instrumentación de
conocimientos y técnicas elementales por parte de los niños para que puedan
enfrentar con éxito las dificultades crecientes que deberá superar en los
ciclos escolares posteriores y en la vida diaria junto con la obtención de
grados de formación intelectual, socio afectiva y psicomotriz acordes a la
edad”.
El
infante necesita conocer su propio cuerpo y para ello ha de moverlo. En la
evolución del esquema corporal de los niños primeramente aparece el área del
cuerpo, luego la del mundo que lo rodea y por último la de la mente, la
modificación de la conducta en una de ellas afectará a las otras.
Si
bien la Educación
Física se ocupa específicamente del cuerpo, al modificarlo
actúa sobre las otras áreas de la conducta educando la personalidad.
Para
alcanzar las finalidades de la E.F.I.
el docente en Educación Física deberá respetar y tener en cuenta las etapas de
crecimiento, maduración y desarrollo propias de la infancia para favorecer el
pasaje de una etapa a otra, contribuyendo al desarrollo integral durante el
proceso educativo de los pequeños.
La
E.F.I.
debe correlacionarse directamente con toda la labor educativa sin ser forzada o
artificial, esta correlación debe darse a nivel de los objetivos a cuyo logro
concurren sus actividades propias de formación integral. Ej.:
Ø
Propuestas didácticas a través de las cuales el impúber
se integre socialmente y evolucione en su aspecto emocional.
Ø
Juegos
y actividades que permitan la adecuada estructuración de las relaciones espacio
– tiempo – objeto.
Ø
Tareas
que estimulan la puesta en actividad de la coordinación y del ritmo para
ajustar el movimiento y la vivencia del propio cuerpo.
La
responsabilidad de nuestra área, en la formación integral de alumnos de Nivel
Inicial y EGB durante su desarrollo, no debe perder de vista considerar al niño
o niña como un ser propio y singular con posibilidades motrices resolviendo
problemas de movimiento, expresándose con soltura y dominio de sí mismo,
conociendo al medio, a los otros, a los objetos y sus relaciones a través de la
actividad motriz.
PRINCIPIOS QUE
FUNDAMENTAN LA E.F.I.
Conviene
recordar que para intervenir activamente en el proceso educativo lo que debe
perfeccionar la E. F.
no es el ejercicio en sí, sino el “ser humano”, ser que se enaltece y cobra
dignidad en cuanto su instancia espiritual prevalece sobre lo puramente
biológico, es decir, formar físicamente al hombre en función y conjuntamente lo
espiritual. Solo la integración armónica de estos aspectos posibilitará el
mayor desarrollo y perfeccionamiento del ser. De ahí la importancia que estos
principios fundamentan la E.F.I.
para la participación del hombre total en la acción formativa.
· Principio de NATURALIDAD: Los
ejercicios físicos siempre se han considerado como naturales, dado que se
dirigen a la naturaleza del “cuerpo” y perfeccionan los esquemas motores. La
naturalidad tiene su importancia cuanto más nos acercamos a la mecanización
tecnológica, la racionalización y la automatización que determina la vida
cotidiana.
Lo que el niño podría adquirir en
su vida natural “jugando” (agilidad, sentido del movimiento, fuerza expresiva)
hoy tiene que aprenderlo en la escuela contrarrestando los efectos nocivos de
esta era postmoderna.
· Principio de ADECUACIÓN AL
DESARROLLO EVOLUTIVO: La E.F.I.
adecuada al niño debe conocer las condiciones físicas, el tiempo psíquico, el
panorama socio afectivo emocional en el transcurso del desarrollo infantil y
tener una clara visión de la imagen del hombre que constituye su meta. Por
consiguiente las diversas prácticas corporales que formen el contenido
educativo tendrán que seleccionarse en función de:
a.
El
desarrollo biológico del niño.
b.
Las
etapas evolutivas que caracterizan a la infancia.
c.
El
ambiente real del niño.
Teniendo
en cuenta estos tres aspectos lograremos que obtengan respuesta a sus necesidades
de progreso en el desarrollo de habilidades y destrezas que brindaran seguridad
en los movimientos, permitiendo mayor libertad y goce en los juegos con
disponibilidad corporal.
· Principio de INDIVIDUALIZACIÓN:
Cuando hablamos de individualidad en E.F. nos referimos a la diferenciación en
el niño en cuanto a:
a)
El ritmo cinético.
b)
La
madurez motriz.
c)
La
capacidad de rendimiento.
d)
La
tendencia de los intereses.
Lo
que el profesor debe es afirmar al ser humano en su ritmo cinético. La base del
ritmo cinético es el “ritmo respiratorio”, éste difiere de una persona a otra.
Este
principio exige:
Ø
Aclarar
la causa del ritmo perturbado o demasiado lento (inmadurez motriz, falta de
práctica, hábito cinético) para ayudar eficientemente.
Ø
Para
no tapar el ritmo individual, el ritmo cinético ha de ser “indicado” lo menos
posible, es mejor esperar hasta que “resulte” del movimiento mismo.
Ø
En
cuanto a la elección de ritmo se propondrán aquellos que dejen mayor libertad
al individual.
Ø
La
elección en los tipos de ejercicios y las tareas tendrá en cuenta el ritmo
cinético individual.
Según la madurez motriz existen
dos puntos críticos. Uno cuando exigimos sin considerarla (gesto dinámico -
deportivo, rápido), esto provoca en el niño una sensación de “ineptitud”
perdiendo su optimismo respecto al rendimiento y comienza a distanciarse de las
exigencias con que se enfrenta en ese ámbito escolar. El otro punto se
evidencia por una deficiente coordinación combinada con el desgano de
esforzarse físicamente, consecuencia de la incapacidad reconocida y de la
insatisfacción con el propio rendimiento. Si pasamos por alto la madurez motriz
induciremos el rechazo a las prácticas corporales.
· Principio de SOLIDARIDAD: Lo que
liga a los niños en los juegos es la comunidad de intereses del mismo; aunque a
veces existen vínculos pasajeros con otros niños, cada uno quiere jugar por su
lado; pero para eso busca el círculo de compañeros de la misma edad… “es un
jugar uno al lado del otro”.
La misión de la educación
consiste en despertar el espíritu humano que se manifieste en forma de simpatía
y responsabilidad frente al prójimo, con lealtad y confianza.
Se constituyen, en la clase,
relaciones de categoría que surgen de la
ayuda y la rivalidad en variadas formas sociales (camarada, grupo o pandilla).
Es preciso sacarlos de su
“actitud lúdica egocéntrica” paulatinamente, para mediante sencillas tareas
convencerlos de la necesidad de la coordinación con el compañero y el grupo
para la vivencia de la comunidad.
·
Principio
de TOTALIDAD: Aquí partimos del reconocimiento de que “el todo es más que la
suma de sus partes”. Llamamos totalidad a una unidad compuesta de partes
independientes en sí mismas, pero dirigidas hacia el todo que las
condiciona.
La intención educativa debe estar
enfocada al servicio de la totalidad del ser.
Para hacer participar al alumno “con la mente, el corazón y la mano” la E. F. tiene que conocer los
intereses de los alumnos e incorporarlos a la enseñanza y ofrecerse de tal modo
que llegue a ser “interesante” para el sujeto de aprendizaje.
Enseñar el movimiento como un
todo, vale decir, poner la actividad en el centro de la práctica corporal,
requiere del educador físico que no solo abarque los detalles de su
especialidad, sino también promueva la posición y misión de ésta en la
totalidad educativa relacionándola con la vida extraescolar de los niños y su
ambiente.
·
Principio
de INTUICIÓN Y OBJETIVACIÓN: Las prácticas corporales son como “artes juveniles”. Un profesor entrenado puede
conservar la juventud, pero por bien que se conserve, el rol adelante de una
persona de 50 años ya no será tan liviano y elegante como el de un niño de
nueve. Es preciso reconocer y expresar de que el niño, gracias a su juventud va
entrando orgánicamente en las artes de las prácticas corporales; mientras quien
enseña, con los años va saliendo de ellas. El niño percibe la “vida” por el
movimiento y la E.F.
trae con su enseñanza no el modelo calcado o copia sino en forma de ejemplo, la
realidad íntegra de su objeto que es la práctica corporal. Su visión es
realista mientras la enseñanza ofrece el ejemplo.
Ahora,
toda práctica corporal es interesante mientras ofrezca dificultades, deje
libertad a la fantasía de movimiento, la imaginación y se halle al alcance del
niño. Necesitamos la evidencia realista, vivencial, clara, poniendo en juego no
sólo las capacidades motoras
condicionales y coordinativas del alumno, también su aforo psíquico y
emocional. La “intuición” y la “objetivación” no requieren en todos los casos
una imagen visible, un modelo, sino que
las tareas pueden ser gráficas y despertar en el alumno una imagen que
dirija o facilite la ejecución del movimiento. Aprovechar en E.F. la ayuda que
nos ofrece un material intuitivo nos ayudará cuando nuestro propio ejemplo
empiece a ser dudoso.
Este
principio requiere de tareas que; desde el ejemplo evidente del educador,
conducen a la representación intuitiva y a la colección de buen material
intuitivo para asegurar el éxito de la enseñanza - aprendizaje.
OBJETIVOS DE LA E.F.I.
La
Educación Física, en
el nivel que comprende las edades entre
los tres y los doce años, fundamenta su tarea en los siguientes objetivos:
1- Satisfacer las ansias y necesidades de movimiento, partiendo de la convicción de que esto implica para el
niño la posibilidad de crecer, madurar
y vincularse con el mundo.
2- Acrecentar y mantener el estado de buena salud.
3- Detectar carencias que puedan interferir en el desarrollo normal, tanto desde el punto de vista
anátomo-funcional y perceptivo-motriz, como desde el
afectivo-social.
4- Promover actividades que se desarrollen en contacto directo con la naturaleza.
5- Favorecer la integración de hábitos, destrezas y habilidades.
6- Acrecentar la capacidad de acción física que favorezca la resolución de situaciones cotidianas.
7- Lograr la integración y la
independencia en la vivencia y práctica
del movimiento natural o estructurado, del juego, del deporte, de las actividades en la naturaleza y, de las distintas formas del movimiento expresivo y de la
danza, a través de un adecuado proceso de socialización.
8- Favorecer la espontaneidad, la expresión y la creatividad en todas
las manifestaciones motrices.
9-Favorecer
la construcción de la identidad personal a partir del conocimiento del cuerpo y sus producciones.
10- Desarrollar la capacidad de
evaluación y de valoración de sí mismo y de los demás como bases ciertas para consolidar una sana autoestima. 11- Desarrollar, a través del encuentro con el Yo
corporal, una conciencia de independencia y de libre
determinación para enfrentar un mundo dominado por la técnica y, capacitarlo para convivir positivamente con ella.
12- Afianzar el control
emocional promoviendo conductas de reflexión, respeto, responsabilidad,
solidaridad, buen humor e integridad. 13- Asegurar adecuadas experiencias que faciliten el pasaje natural
por los diferentes estadios del pensamiento.
Análisis
de los Objetivos
1- Satisfacer las ansias y necesidades de movimiento, partiendo de la
convicción de que esto implica
para el niño la posibilidad de crecer, madurar y vincularse con el mundo.
Desde
el punto de vista pedagógico, sostenemos la
necesidad de respetar y encauzar la intensa actividad del movimiento que caracteriza la etapa infantil desde el Nivel Inicial
hasta el fin de la
Educación General Básica, aun cuando aquella varíe en el ritmo y-vigor con que se exprese. Es de primordial importancia que la Educación Física
contrarreste la tendencia a inhibir el movimiento,
característica de la escuela actual, con actividades que respondan a los intereses motrices infantiles.
Si el movimiento implica para el niño la posibilidad de crecer,
madurar y vincularse con el medio, debemos
entonces considerarlo en tres vertientes: el movimiento como medio de
expresión, como descarga de energías acumuladas y como medio insustituible del
conocimiento.
Sin lugar a dudas, el movimiento
expresivo es la primera forma de comunicación de un individuo. El lenguaje del
cuerpo, tanto desde el punto de vista del tono muscular (como lo expresa Pierre Vayer) como desde el acercamiento hacia el otro, es primario en el niño y .acompaña al hombre a lo largo de toda su vida. Tanto es así que, cuando la comunicación verbal
tiene diferentes códigos de emisión y
recepción, el cuerpo siempre acude como reflejo del sentir y del pensar. Por medio del cuerpo es que estamos presentes ante los demás y con él ante el
mundo. El sistema educativo hasta la
actualidad se ha caracterizado por coartar él movimiento
expresivo hasta tomarlo, en algunos extremos, como elemento vergonzante o como actividad "artística"
fuera del contexto educativo cotidiano. Desaprovecha, en consecuencia, el rico caudal de datos que su
observación atenta aportaría al docente y lo descuida como nexo primario
del individuo con el mundo. El maestro
intentará gestar una relación empática entre los alumnos y él mismo, y un clima pedagógico libre de tensiones que genere
soltura en la expresión del cuerpo de
cada uno de los integrantes del grupo.
La "necesidad de movimiento" infantil,
caracterizada según Le Boulch como un conjunto de movimientos no específicos,
como una "motricidad gratuita" con un fin en sí misma, fue expresada por Arnold Gesell en su teoría
electrónica de la actividad de la
célula nerviosa. Pavlov describe
lo que llama "reflejo de investigación", que
explica la aparición de respuesta motriz de un individuo ante un nuevo estímulo.
Según
Piaget, todo pensamiento abstracto es, en última instancia, un acto concreto internalizado. Es a través del movimiento
que el niño entra en contacto consigo
mismo y con el mundo exterior. Luego de la etapa de la individualización y del conocimiento del propio
cuerpo, aproximadamente a partir del
quinto mes, la acción intencional se dirige hacia el conocimiento del objeto estimulante externo a él. Así se genera un
afán exploratorio, que se enriquecerá
con la aparición de las formas de desplazamiento, facilitándole el
acceso a objetos y lugares no alcanzados y, permitiéndole la construcción de su
propio espacio vivencial.
2- Acrecentar y mantener el estado de buena salud.
El movimiento es estímulo
básico para el desarrollo de las funciones orgánicas; por lo tanto, la actividad física sistematizada que se sustente
en una adecuada dosificación y que respete las características
biológicas de las diferentes etapas, traerá como consecuencia:
· mejorar el funcionamiento cardiorrespiratorio;
· estimular los procesos de crecimiento;
· favorecer los procesos de nutrición;
· prevenir la aparición de problemas posturales;
· estimular el desarrollo del sistema
osteocondromuscular;
· estimular los procesos metabólicos (eliminación de
toxinas, consumo energético);
· favorecer la integración de la personalidad.
Dado que nuestro propósito abarca los beneficios que acompañan una adecuada actividad física, y pretendemos que, desde
pequeños, los niños puedan tomar conciencia del
cuidado de su propia salud a partir de ella, nuestra misión será la de ser
verdaderos agentes de salud, para lo cual nos referiremos no sólo a los procesos biológicos sino también a los hábitos de
higiene, cuidado y atención del propio
cuerpo.
En la edad de la valoración objetiva de los conocimientos, hacia los
11 y 12 años de vida, cuando los niños se interesan no sólo
por el "uso activo" de su cuerpo
sino también por los "por qué" y los "para qué", se ofrece
la oportunidad de explicar e incluso
comparar los beneficios del movimiento sobre
el funcionamiento orgánico.
3- Detectar carencias que puedan interferir en el normal desarrollo,
tanto desde el punto de vista
anátomo Funcional y perceptivo-motriz, como desde el afectivo-social.
El
movimiento, como conducta total y liberadora, se puede expresar a través de las tres áreas del comportamiento humano. De
allí que, ante la observación
predispuesta del docente, podrán evidenciarse falencias en los aspectos morfológico y funcional, afectivo y social.
Un docente responsable deberá
capacitarse para detectar estos problemas, que
serán determinantes de la orientación de su acción. Esto a partir del claro convencimiento de que, una vez concretadas y
agotadas las instancias referidas a su
formación profesional (conductas motrices, posturales, expresivas, adaptativas, sociales), su función será derivar cada caso al especialista correspondiente.
El nivel de especialización actual de la medicina y de la psicología
remiten la acción del docente en todos estos casos a la prevención de los
problemas, es decir, a ejercer aquellas acciones que se consideren positivas
para evitar su aparición. Así, es necesario observar y analizar:
·
El
desarrollo corporal, postural y motriz;
· la integración del grupo;
· las posibilidades de expresión en todos sus aspectos;
· la capacidad de comprensión y elaboración de las
consignas o problemas de movimiento;
· la comunicación
Todo esto exalta la acción del docente en Educación Física por la
responsabilidad que ésta implica y pone en evidencia una vez
más la necesidad del trabajo en equipo con
otros especialistas en una acción que converja en beneficio del mismo niño.
4- Promover actividades en directo contacto con la naturaleza.
En este punto es necesario tener en cuenta dos aspectos fundamentales:
los beneficios orgánicos que el
contacto con el medio natural proporciona y, la posibilidad de ajustar el proceso de adaptación y vinculación con la
naturaleza misma.
Sin
lugar a dudas esto cobra importancia en los grandes centros urbanos, donde la vinculación directa con el medio natural
es muy restringida. Este objetivo se
concreta a partir del desarrollo de las actividades en lugares abiertos en los que el niño esté en contacto directo con
la vegetación, el aire, el sol.
También a través de actividades especiales que generen profundo gozo y valoración de los hechos naturales, como
caminatas, excursiones y campamentos.
5- Favorecer la
integración de hábitos, destrezas y habilidades.
Favorecer las conductas de adaptación del niño al medio y enriquecer
sus aprendizajes, no sólo en el
área motora sino también en la social y cognitiva, requiere la integración de tipos de conductas que se relacionan
entre sí: hábitos, destrezas y habilidades. Se entiende por hábito la
conducta adaptativa adquirida, caracterizada por la sistematicidad y el
ajuste que permite su expresión automática,
facilitando las acciones comunes de la vida diaria. Es bueno recordar que,
durante el Nivel inicial y hasta los 7 años aproximadamente, los niños transitan por una etapa decisiva para la
formación de hábitos de comportamiento social, de orden, de higiene
y posturales. De allí que sea tan importante que el profesor de Educación
Física los valore y proponga en cada
momento de sus clases. A pesar de las
diferencias de enfoque teórico en cuanto a la conceptualización de destreza y habilidad, damos las definiciones que cumplen con la finalidad de establecer un punto de acuerdo común
para interpretar nuestro enfoque:
· Entendemos por destreza la
estructura motora caracterizada por la especificidad de sus contenidos, la definición de su
técnica de ejecución en relación con la performance y la precisión de sus componentes motores en función
de la economía del esfuerzo y de los resultados. Es un factor de integración del acervo motor.
· Entendemos por habilidad la capacidad operativa del individuo que
depende de la calidad de sus
aprendizajes motores y de la adecuada organización de su acervo motor.
6- Acrecentar la capacidad de acción física que favorezca la
resolución eficiente de situaciones
cotidianas.
Al observar a un grupo de niños
en movimiento, fácilmente podemos distinguir a aquellos que cuentan con un buen nivel de habilidad, producto
de una rica experiencia motora. Su
detección se origina en la eficiencia con la que resuelven los problemas motores planteados durante la
actividad. Esta capacidad se transfiere a los gestos de la
vida diaria, permitiéndonos
asegurar que los resultados de un adecuado
planteo de la
Educación Física trascienden los límites de la clase.
7- Lograr la integración y la independencia en la
vivencia y práctica del movimiento
natural o estructurado, del juego, del deporte, de las actividades en la naturaleza y de las distintas formas del
movimiento expresivo y la danza, a través de un adecuado proceso de socialización.
Especialmente en la primera etapa escolar, el niño debe prepararse
para aceptar y respetar las normas de
convivencia. La
Educación Física brinda en tal sentido experiencias valiosas: actuar en grupo, aceptar la capacidad
de otros, esperar turnos, ceder lugares,
compartir elementos, acatar reglas de juego. En la evolución del juego como "conducta básica" en la
infancia, integración e independencia son factores
enunciados secuencialmente. En las primeras etapas, el acento estará puesto en la adecuada integración del niño al
grupo de pares, llevándolo
progresivamente a una creciente libertad en la toma de decisiones. A ello accederá a partir de la
presentación de tareas progresivas en
cuya resolución actúe por si mismo, proyectándose hacia la conquista de la autonomía.
8-
Favorecer la espontaneidad, la expresión y la creatividad en todas las manifestaciones motrices.
Estas tres conductas están
enlazadas de tal manera que se encadenan la una con la siguiente, es decir, si hay espontaneidad en la respuesta
motriz habrá expresión y coloratura
personal del movimiento, lo que
permitirá ofrecer resoluciones creativas frente a
los problemas presentados. Sin lugar a dudas esto se dará cuando el clima de
la clase ofrezca las posibilidades de libre expresión, de respuestas originales para cada alumno, estimulado tanto en
lo individual como en el
aprovechamiento de todo el grupo. Queda claro que la idea de libertad no
significa la adhesión a una conducción
permisiva sino basada en una adecuada relación de comunicación docente-alumno. Una clase en la que el primero no
busque emparejar al grupo en sus manifestaciones motrices, sino que comprenda que el movimiento
es una conducta totalizadora, en
la que sutilmente cada individuo vuelca las características más distintivas de su personalidad. El maestro sólo debe
guiar con apertura, con sugerencias,
aprovechando situaciones y encontrando las formas en las que el grupo elabore
el aprendizaje para asegurar que los objetivos formativos propios del movimiento-ejercicio que se plantea en
la clase, sean alcanzados, Ello debe cumplirse tanto en
las formas construidas del movimiento como
en las formas globales que involucran en sí técnicas muy específicas de ejecución.
9- Favorecer la construcción
de la identidad personal a partir del conocimiento del cuerpo y sus producciones.
Este objetivo lleva a pensar en la histórica discriminación entre
las actividades motrices supuestamente
para niñas y aquellas propias de los varones. Afortunadamente,
estos prejuicios pierden vigencia en la actualidad y, tal como analizaremos en temas siguientes, es clara la
igualdad de capacidades motrices
entre ambos sexos hasta los 9 y 10 años, período en que sobreviene el gran cambio de la pubertad.
Sin lugar a dudas el movimiento se enriquece al trabajar en conjunto,
al igual que los vínculos sociales
entre ambos sexos, salvo en los casos en que los estímulos ambientales
provenientes de la familia, la comunidad, la escuela y el propio docente
refuercen una absurda separación. En
este sentido, es penoso ver escuelas donde varones y niñas son separados en las formaciones, los recreos, en la ubicación dentro
del aula y, a veces, hasta censurados
cuando intentan realizar actividades en conjunto cuando, tradicionalmente, no responden a los designios de los adultos
(varones jugando a la muñeca o en
actividades sedentarias, nenas jugando a la bolita o trepándose a un árbol). Podemos decir, con fundamento, que la estructuración
de la identidad femenina o masculina no depende de
estos aspectos superfluos sino que se vincula con otros más profundos
relacionados con la organización de la personalidad, en los cuales una
adecuada canalización de la libido y la existencia de buenas figuras de identificación son decisivas. Dentro de esas figuras referentes, la del docente
cobra singular importancia tanto por lo que significa como
imagen como por los criterios con los que manejará la propuesta de actividad.
10- Desarrollar la capacidad de evaluación y valoración
de sí mismo y de los demás como bases ciertas para
consolidar una sana autoestima.
El docente que ofrece a su
grupo escolar adecuadas experiencias motrices tiene la posibilidad de encauzar y orientar el difícil y conflictivo
proceso de auto evaluación. En el plano
motor, este proceso se facilita por la objetividad de los resultados, si bien no es éste el único aspecto en el que un
niño debe aprender a evaluarse.
Evaluarse significará también observar las propias capacidades con
miras a trabar vínculos con los integrantes
del grupo, a la tolerancia hacia los demás, al reconocimiento de su esfuerzo en relación con la actividad y la
aceptación de sus propias limitaciones.
Valorarse significará aceptar, en suma, los aspectos positivos y negativos de las propias actitudes, modificando los
últimos y fortaleciendo los primeros.
Es preocupante observar niños en los que se han reforzado sólo los
aspectos negativos de su conducta motora, comprobándose
situaciones en las que prefieren ser
espectadores y no partícipes. Lo mismo sucede con respecto a aquéllos cuya exaltación de sus habilidades les
impide aceptar la intervención de
otros, a los que juzgan menos dotados. Un docente atento a estas situaciones y que conozca la importancia de lo motor
(particularmente en esta etapa) en la construcción de la propia estima,
deberá seleccionar adecuadamente la propuesta de actividades. Ésta deberá
ofrecer una progresión de dificultades que
no confunda al niño respecto de sus posibilidades y que le garantice la indispensable experiencia de éxito que
lo estimule a realizar nuevos y más
complejos aprendizajes.
11- Desarrollar a través del encuentro con su Yo corporal una
conciencia de independencia y libre
determinación para enfrentar un mundo dominado por la técnica y capacitándolo para convivir
positivamente con ella.
Ante esta sociedad donde
predomina el tecnicismo y en la que el niño está sumergido sufriendo los efectos de la especialización (y como afirma
J. M. Cagigal, la "mutilación
psicológica"), el hecho motor se presenta con características singulares que podrían actuar como
reequilibrantes de estas presiones.
El protagonismo, la complejidad, el contacto con lo natural, la espontaneidad y el realismo de lo motor brindan al
individuo la posibilidad de abandonar
su rol pasivo frente al medio y reforzar en él la conciencia de libertad.
Nuestra propuesta apunta a preparar un niño participativo y activo que ejercite la capacidad de su Yo corporal, lo que le
permitirá discriminar lo positivo y
lo alienante de nuestra sociedad técnica. Citemos nuevamente a Cagigal: Del homo faber van quedando jirones, convertido ya en homo sedentarius, homo
urgents y homo
automaticus. No es extraño que intente recuperar la integridad humana en el homo ludens.
12- Afianzar el control emocional promoviendo
conductas de reflexión, respeto,
responsabilidad, solidaridad, buen humor e integridad.
En la construcción de una personalidad equilibrada, la consolidación de actitudes y
valores como los planteados en este objetivo es indispensable. Queremos hacer hincapié en la propuesta, tal vez no
tradicional, de fortalecer a través de la propia vivencia el
sentido del humor, generando una actitud positiva que ayude al niño a enfrentar diversas situaciones, a
sobrellevar problemas, a tolerarse y a tolerar
a los otros, a dar a los planteos de la vida cotidiana su justa dimensión.
13- Asegurar adecuadas experiencias que faciliten el pasaje natural
por los diferentes estadios del pensamiento.
La inteligencia implica un proceso de construcción continua que va
desde un estadio de inteligencia práctica
o sensomotora hasta alcanzar abstracciones de
pensamiento. La
Educación Física reconoce la importancia que tiene la experiencia directa del niño en la elaboración del
objeto; del espacio, del tiempo. En
la oferta de dichas experiencias se deberá tener en cuenta el estadio intelectual en el que se encuentra el niño,
ofreciéndole para su elaboración problemas
adecuados que lo acompañen en este proceso.
Unidad Nº 2
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS NIÑOS DE 2 a 6 AÑOS
Esta
caracterización planteada sólo es una aproximación
a la realidad, ya que en algunos niños se pueden manifestar niveles de
desarrollo que están por encima o por debajo de las características y logros señalados. Con el objetivo de delinear un marco
de referencia, se detallarán aquellas características más destacadas en
cada edad. Al momento de realizar un
diagnóstico inicial, también se deberán tener en cuenta otros elementos
fundamentales para conocer a nuestros alumnos (experiencias previas,
composición del grupo familiar, hábitos y costumbres familiares, entorno
social, otros) realizando un análisis
individual y luego grupal.
Es
primordial analizar la “motricidad infantil” en sus rasgos
claves y posibles de relación con el juego y
el movimiento. Ahora bien, debemos reconocer que, no todo movimiento que el niño o la niña efectúa es juego o se
realiza en función del juego, pero
son muchas las manifestaciones de la “conducta jugada” que se expresan con
un gran compromiso corporal y motor.
A su vez, aunque existe un bagaje genético y característico de la especie
en cuanto a una serie de “patrones de movimientos” básicos
para la vida humana; la
forma en que esas estructuras motrices, se desarrollan, se utilizan o se modifican, dependen de los estímulos que el
entorno social le ofrece al niño.
Durante el
desarrollo de esta etapa evolutiva se sientan
las bases para el “desarrollo psicofísico” de la persona, se asimilan
conocimientos, habilidades y hábitos, se amplían así las capacidades, actitudes y aptitudes como nunca se logrará posteriormente alcanzar en
un período tan corto, es decir, en cantidad y calidad de experiencias.
Un
programa total en Educación Física,
abarcativo, contemplativo y estructurado
desde el Nivel Inicial contribuirá al desarrollo motor de los niños y niñas, necesario e imprescindible para no
alterar los procesos normales de aprendizaje. Si no fueran respetados
estos momentos (etapas) las consecuencias serán problemáticas y complejas de
resolver sin afectar al niño en su proceso formativo.
Por todo esto, el docente debe poseer:
·
La
información necesaria sobre
los aspectos evolutivos básicos de cada período.
·
Conocer qué
puede hacer el niño en cada edad.
·
Observar las
alteraciones en las tipologías de conducta y comportamiento motriz.
Aquí
radica la justificación de este punto: brindar una información para que los
padres y los docentes puedan intervenir a
tiempo y con conocimiento en el desarrollo del
infante.
Comenzando el análisis desde el nacimiento, nos
encontramos con uno de los fenómenos más interesantes de la vida: el desarrollo psicofísico y social de un niño.
Desde la agresión que recibe al nacer se conecta con una red sensorial
sin precedentes, utilizando el tacto (especialmente, boca y labios) como
exponente de los sentidos en ese momento evolutivo. Luego la vista, el gusto y
el oído conformarán su conexión con el mundo que lo rodea, experimentando a veces en forma inconsciente su futuro
desarrollo.
Es
obvio, la madre ocupa un papel
preponderante en esta etapa, por responder a las necesidades elementales de subsistencia del niño, en
este caso, la alimentación.
Los tres primeros meses de vida extrauterina son
determinantes para lograr
el control del cuello y cabeza. También se observan mejoras con relación a la vista - el niño logra fijar la vista
en los objetos cercanos a él y luego
logra seguirlos y alcanzarlos con las manos- y el oído. Posteriormente
continúa con el dominio de los movimientos
del tronco, mantiene la cabeza y el tronco erguido en posición vertical y horizontal, esto facilita algún
desplazamiento de su cuerpo, iniciando así la reptación.
Transcurriendo el tercer mes se inicia la prensión: comienza el agarre de
objetos que están a su alcance, manteniéndolos en sus manos; cuyo
movimiento va evolucionando hasta llegar a la denominada "pinza" al finalizar
el primer año de vida. Con ayuda del adulto puede girar de un lado a otro para tratar de
alcanzar un objeto cercano.
Cerca de los nueve meses se desplaza mediante el gateo y, poco a poco, logra
ponerse de pie con ayuda externa, tomándose de algún objeto cercano o de alguien, e
inicia sus primeros pasos ya en posición
bípeda. Combina las acciones de gatear, sentarse, agarrar y lanzar objetos
que están cercanos.
A los doce meses es capaz de lanzar y rodar los objetos a mayor distancia.
Llega a caminar solo. Además de
trepar a un obstáculo, sube los peldaños de una escalera con ayuda del apoyo de
las manos.
Rigal señala, sobre el desarrollo motor humano en los
primeros meses, que la evolución del movimiento en el niño se
manifiesta en forma progresiva, desde el acto reflejo hasta el control de sus movimientos
voluntarios. Al respecto, Shirley señala con relación a la obtención de la postura erecta la
siguiente progresión:
· En
el vientre: posición fetal.
· 1
mes: eleva la quijada.
· 2
meses: eleva el pecho.
· 3
meses: alcanza y pierde objetos.
· 4
meses: se sienta con apoyo.
·
5 meses: se sienta en el brazo
del adulto y agarra objetos.
· 6
meses: se sienta en la silla y agarra objetos.
·
7 meses: se sienta solo.
· 8
meses: se pone de pie con ayuda.
· 9
meses: se pone de pie asegurándose en otros objetos.
· 10
meses: gatea.
· 11
meses: camina solo,
· 12
meses: se eleva en !a posición erecta apoyándose en objetos.
· 13
meses: sube escaleras.
·
14 meses: se pone de pie solo.
·
15 meses: anda solo.
El desarrollo de la motricidad, desde el nacimiento,
posee una serie de respuestas de movimiento que no han sido adquiridas
por aprendizaje: los reflejos.
Por mencionar los centrados en la zona corporal del neonato: parpadeo, "ojos de
muñeca", pupilares, estornudo, apertura pasiva de ojos, salivación, deglución, tos,
bostezo, náuseas, hipo, vómito, defecación, reflejo tónico cervical,
reflejo cervical simétrico,
búsqueda, succión, prensión, reacciones de sostén, extensión cruzada,
balanceos, marcha, enderezamiento, plantar, moro, natatorio, gateo, trepa. La mayoría de estos reflejos irán desapareciendo, dejando paso a otros que serán consecuencia
de la
maduración.
Se debe considerar que su correcta observación puede permitir la
detección de aspectos psicomotrices futuros que en algunos casos, con el
trabajo pertinente, podrán evitar trastornos motrices importantes.
El entorno socio-cultural y las experiencias motrices del
niño influirán
notoriamente en los aspectos cualitativos y cuantitativos del movimiento, a partir de los cuales éste podrá
resolver con una mejor prestación los problemas que traiga aparejado el juego.
Éstas son algunas de las
formas motoras (esquemas) más importantes que aparecen o se adquieren en el
período comprendido entre el primer año y el tercero: caminar, ascender, saltar en profundidad, correr, saltar
con dos piernas; arrastrarse, dar vuelta sobre el eje longitudinal, rolar, empujar,
traccionar, trepar, colgarse y balancearse, transportar
un objeto, inicios de recibir un objeto y distintas formas de lanzar. Ahora, desde el caminar con
dificultades a los dos años de vida pasa a los cinco a correr
velozmente, frenar, cambiar de direcciones,
con una técnica elemental que no reviste mayores diferencias respecto
de las edades que le preceden.
Es importante considerar que el movimiento aparece como una
necesidad funcional que, si bien aparece en forma simple, tiene una infinidad de tramas a
resolver por parte del niño: el ajuste corporal compromete al cuerpo en su totalidad en algunas situaciones, y en otras sólo a
algunos segmentos. No hablamos de meras acciones mecánicas; todo lo
contrario, apuntamos a que el movimiento es fundamental para satisfacer las necesidades y
los intereses del niño, que le permitirán alcanzar descubrimiento,
control y equilibrio, exploración y
expresión, libertad y divertimiento.
Los procesos de maduración del sistema neuromuscular
alcanzan un punto de desarrollo tal en el nivel
preescolar que permite la aparición de todas las formas elementales de motricidad. Entre
los tres y los seis años, evolucionarán rápidamente las posibilidades de
trepar, suspenderse, arrojar con puntería, recibir elementos, saltar con dos pies juntos y rebotar sobre uno,
correr y saltar, otras combinaciones
Los
juegos de construcción son otra manifestación de la simbolización infantil. Aparecen los juegos con reglas incipientes que
son juegos de combinaciones sensorio
motrices (de persecución, lanzamientos y demás) o intelectuales (juegos de ingenio, etcétera) con participación de
dos o más niños, con pautas o códigos preestablecidos. El juego aparece como una pequeña parte del espacio sociocultural del niño y como el momento natural para el
desarrollo de su personalidad.
El juego funcional
o sensomotriz, propio del primer año de vida, es sucedido por el
juego de imitación y posteriormente por el juego de simbolización.
Este último permite al niño interpretar lo real en función de sus
propias estructuras mentales, ante la imposibilidad de asimilarlo en su complejidad. El "hacer como si" es un rasgo definitorio del juego humano
en la infancia. El niño metamorfosea un
objeto en otro o atribuye a su muñeco acciones análogas a las suyas. La
imaginación simbólica constituye el instrumento
o la forma de juego, y no su contenido: éste es el conjunto de seres o acontecimientos representados por el
símbolo, o sea que es el objeto de las
actividades mismas del niño y en particular de su vida afectiva, que son
evocadas y pensadas gracias al símbolo. Entre
los cuatro y los seis años, el juego simbólico se caracteriza por el orden relativo de las construcciones lúdicas, la
preocupación creciente por la
veracidad de la imitación exacta de lo real y el comienzo del simbolismo
colectivo, es decir, con diferenciación y adecuación de los papeles.
Simultáneamente, en este período comienza a plantearse el
juego
reglado, el acuerdo
mínimo con el otro para jugar en común. La "regla"
es
un elemento de gran importancia para el desarrollo de la socialización,
referencia especial de esta primera
parte, desde una visión pedagógica.
Todas estas acciones muestran cuántas y que diferentes son las
formas motrices adquiridas en este momento evolutivo. La etapa entre el
primer y tercer año de vida se denomina, desde el punto de vista motor,
como la "fase de la adquisición de formas motoras múltiples",
constituyendo el momento de mayor acrecentamiento en cantidad y novedad de experiencias en
su acervo
motor.
La
fluidez y la capacidad para la ejecución de movimientos en combinaciones están
poco desarrolladas. Los movimientos
transcurren generalmente aún en forma precaria ("incoordinada", como vulgarmente se dice) y las deficiencias
considerables en el acoplamiento
motor se notan especialmente por la no utilización del tronco en las acciones motoras que comprometen esta acción.
La
influencia de las experiencias previas cambia sustancialmente la respuesta motora del niño en la actividad física o
en el juego propiamente dicho: - un
niño acostumbrado a concurrir a una plaza tendrá una serie de
habilidades motoras incorporadas en su acervo motor que le permitirán resolver mayores problemas con menor
dificultad-.
Otro ejemplo es: una niña
con hermanos mayores varones - cuya predisposición a realizar juegos será mucho
mayor (que a veces hasta se vedan por un tema sociocultural). De aquí se
desprende claramente que en
nuestras clases será vital brindar el espacio de participación y descubrimiento de nuevas posibilidades motoras, sin
discriminaciones de sexo u otro tipo.
En esta etapa, la actividad que realiza el niño se
considera “vital” para su desarrollo, entonces, el perfeccionamiento de las distintas formas motrices,
la adquisición de las primeras combinaciones de movimientos y el aumento del nivel de las capacidades coordinativas
aparecen como tendencias principales de la ontogénesis motora del niño, factores que estimulan directamente su desarrollo
motor.
Las
combinaciones de correr y saltar, u
otra forma de similares características,
son conductas motoras que se
encuadran dentro de las posibilidades coordinativas
de los niños en esta etapa, en especial a los cuatro años de edad. La combinación fluida de recibir una pelota y lanzarla en una dirección establecida recién se
logra al final de la edad preescolar, y ello sólo en los niños que poseen un
buen desarrollo motriz.
Los límites en el desarrollo de esta capacidad se alcanzan
rápidamente en aquellas ocasiones donde el equilibrio está asociado con acciones de
riesgo. En este caso se comprueban descensos de rendimiento o
inseguridad que no se debe a la deficiente capacidad de equilibrio,
sino a reacciones naturales de autoprotección por parte del niño.
Son
pocos los niños, en el jardín, que no responden a un ritmo placenteramente propuesto, pues su capacidad de
lograr acciones rítmicas comienza en
esta etapa y los estímulos rítmicos sonoros conducen a reacciones
motoras (pero siempre que se respeten las posibilidades perceptivas del niño,
se trata por lo general de acciones globales).
Mediante propuestas ricas en estas actividades rítmicas y sonoras se puede conseguir desde la adaptación correcta
de los movimientos hasta los ritmos simples compartidos por parte del
grupo.
Con el aporte que aparece en el rápido desarrollo del habla, es posible comprobar el
perfeccionamiento de las capacidades intelectuales,
lo cual favorecerá su correlación efectiva
con la capacidad motriz con
una importante influencia en el aprendizaje motor.
En estas edades el habla y el pensamiento del niño están
relacionados al plano concretamente visual. Las “capacidades coordinativas” están poco desarrolladas
manifestando particularmente dificultades en los movimientos extensos y difíciles
para su acoplamiento y el mantenimiento del equilibrio. Pero, los primeros cinco años de vida conforman una
etapa de acelerados cambios en las diferentes capacidades
coordinativas. Existen además, dos motivos
fundamentales que dificultan aún más el desarrollo mencionado: la falta de comprensión -por parte del
adulto- de las
necesidades e intereses motrices del niño en esta etapa y la formación
de los educadores, acostumbrados más a conducir que a guiar el aprendizaje.
Los movimientos incorporados en esta etapa se encuadran
en el estadio de la coordinación global. En las clases debe predominar la función
estimulante del habla y trabajarlo permanentemente para lograr un
mejor efecto (el estímulo, la exigencia), sin dejar de
analizar
el grado de desarrollo y la forma de estimulación específica en estas edades, para
encontrar adecuadas y mejores
propuestas en los juegos motores.
CAPACIDADES MOTORAS
Señalaremos los aspectos de la capacidad motora, ya que es
imprescindible tener claridad en su manejo porque el niño puede tener dificultades en su disponibilidad
motriz por alguna de ellas. Comúnmente no se hace un trabajo específico sobre el problema
real para su mejora y se dice por ejemplo que tiene problemas de coordinación, cuando en realidad la dificultad
fundamental del niño radica en el desarrollo de movimientos. A los efectos de su estudio, las capacidades
motoras se dividen en “coordinativas” y “condicionales”.
Capacidades coordinativas
Pueden
subdividirse para su análisis de la siguiente forma:
a)
Capacidad de
Acople de Movimientos: es la posibilidad de integrar en secuencias
significativas y coherentes los movimientos necesarios para concretar un
objetivo. Es importante considerar la cantidad de fases que
puede coordinar sucesivamente un niño de esta edad. Por lo general, controla
acciones de dos y tres fases. En consecuencia, los juegos en el
jardín de infantes deben basarse en acciones unitarias o, a lo sumo, de
dos fases de movimientos, como por ejemplo: correr, lanzar, o
correr y lanzar, tomados como movimientos globales ya que, al
presentar un juego sustentado en movimientos complejos no resultaría, porque el
niño estaría más preocupado por la dificultad en la ejecución motora que por el juego en sí.
b)
Capacidad de Diferenciación Motriz: es el reconocimiento
técnico (ajustado a su edad) que tiene el niño en la realización
de los movimientos (por ejemplo: correr sin arrastrar los pies, flexionando las rodillas,
etcétera). Esta calidad de movimientos básicamente
tiene que ver con la edad y con las experiencias previas del niño. El aprendizaje influye sobre este
aspecto: “cuanto más ejercite un
movimiento, más ajustará la precisión y fineza del mismo, aunque, por
supuesto, se realizará en forma gradual”. Se debe considerar que la
imposibilidad de dominar movimientos finos se relaciona con la poca diferenciación funcional de las estructuras
nerviosas responsables de la
coordinación motora (incompleta
mielinización del sistema nervioso).
En la mayoría de los juegos grupales, la velocidad con que se realizan las
accione más la atención puesta en el resultado y no en los movimientos, hacen que aquellos no sirvan en gran medida para
mejorarla. En cambio, en los juegos de precisión (puntería) esta
capacidad puede estimularse en forma efectiva.
c)
Capacidad de Transformación
del Movimiento:
es la
posibilidad de alterar la dirección, la fuerza y la velocidad de un movimiento
cuando la situación lo requiera (por ej.: esquivar un objeto imprevisto andando en
triciclo, cambiar de dirección para eludir algo). Su insuficiente desarrollo es apreciable
en las dificultades que manifiestan los pequeños de dos o tres años para integrarse a los
juegos en que deban desplazarse y
cambiar rápidamente su trayectoria. Por eso, es común observar caídas y choques si no se considera esta capacidad. Hacia el final del periodo inicial, tras la
práctica, se logra un equilibrio significativo de la misma. Los juegos de
persecución y los juegos con balón permitirán
una buena estimulación al respecto,
Pero, por razones evolutivas, sólo se podrán aplicar a partir de los
cinco años.
d)
Capacidad de
Ritmización: está relacionada con las de acople de movimientos y de
diferenciación motriz, según la fluidez
en
la sucesión temporal de los movimientos. Generalmente se repiten en iguales
periodos las mismas acciones motrices con relación a la velocidad y frecuencia de ejecución y
claramente se distingue en acciones cíclicas (caminar, correr, nadar) que éstos
movimientos tienen un carácter armonioso, reflejando la parte expresiva de la
acción. Se debe considerar la lentitud característica de las acciones
infantiles en esta etapa,
ya que la misma depende de los biorritmos determinados por las estructuras
subcorticales que aún no han sido
estimuladas suficientemente o no han completado su ciclo de maduración.
Indiscutiblemente, las actividades tendrán
un gran estímulo de regulación rítmica externa, pero es aconsejable dar
la oportunidad al niño de ejercitar sus propias secuencias rítmicas. Los juegos con movimientos reiterativos, como las
rayuelas o las carreras rectas, son
ejemplos de esta capacidad. Otras variantes pasivas son las que se acentúan en las estructuras rítmicas, que permitirán un desarrollo especial de esta capacidad
(palmas, movimientos alternados de manos o pies, otros).
e)
Capacidad de
Orientación Espacio-Temporal: es la posibilidad de ubicarse y disponerse en el espacio y el tiempo con estímulos estáticos o en movimiento. Esta capacidad es fundamental para
la vida de relación y la acomodación al mundo externo,
dependiendo del desarrollo biológico de los “sistemas perceptivos”,
especialmente el visual. Además, permitirá el
cálculo de trayectorias, sentidos, direcciones y velocidad. Mediante el complejo
sentido de la vista, se va adquiriendo la deducción de la altura, dimensión y
atributos de los “objetos”,
resultando imprescindible para la orientación espacio-temporal de las acciones
motoras. Desde un análisis neurológico, esta
capacidad se corresponde con el aspecto nocional que le permite asociar
las consignas simbólicas con las
acciones que le preceden ("párate dentro del refugio"; "corre
hacia el costado").
Para
facilitar la estructuración de esta
capacidad, resultan útiles los juegos con participación activa y en grupo, o de
varios niños a la vez, con cambios
espaciales, manipulación de elementos con consignas adaptadas a su edad
y a su grado de maduración, que estimulen al niño a dirigirse, orientarse, hallarse o ubicarse correctamente en
el espacio y el tiempo.
En esta etapa, la organización interna del “Yo corporal” pasa porque el niño necesitará saber que tiene una
derecha y un delante, para luego transferir esos conocimientos a la acción
concreta con los objetos o moverse en el espacio. El niño tiene al “Yo” como referencia (esto ocurre porque no
le encuentra significado, pues no comprende claramente al Yo en referencia al objeto, por ej.: delante o detrás del
aro, pues este elemento no tiene
delante ni detrás; sólo lo hace con objetos más concretos) con una organización
espacio-temporal que le permite observar que el aro va hacia él, que la bolsita se desliza
después que la lanzó
o que la colchoneta está delante de él.
En la situación de los objetos entre sí, que tiene
relación con el Yo y el objeto, desaparece el “Yo” como referencia para ser
trasladado al objeto, con la consecuente complicación de que el niño no
tiene aún claras las situaciones que se pueden producir entre objetos, pues
esto demanda entender una reversibilidad de pensamiento que todavía no posee. En
estas situaciones, responderá tomando como referente al objeto que
conserve para él un valor absoluto en la acción comprometida. Aquí
deben surgir infinidad de propuestas debiendo respetarse el tipo de consignas y el momento
evolutivo adecuado en su planteo.
f)
Capacidad de
Reacción: es la que permite al niño responder con movimientos adecuados a los
distintos tipos de estímulos visuales,
auditivos, táctiles, cenestésicos, rítmicos o rítmicos sonoros. Las diferencias entre un niño de dos y uno de
cinco son notables, esto se traduce en la falta de maduración del sistema nervioso, sumada a su limitada
capacidad de atención. Para el estímulo de
esta capacidad aparecen infinidad de propuestas, especialmente utilizando el desplazamiento con cambios de consignas,
objetos o sonidos. Este tipo de acciones siempre aparece fusionada a la
capacidad de transformación del movimiento.
g)
Capacidad de
Equilibrio: es la capacidad de mantener el cuerpo en compensación ante las
diferentes fuerzas que actúan sobre él (gravedad,
empujes). Significa el control de la postura en situaciones estáticas y dinámicas. Es determinante la
información que provee el sistema del
“oído medio” para un correcto cambio
corporal. Los principales movimientos se organizan a partir de esta
capacidad, siendo en consecuencia un elemento esencial de la coordinación. Aparece también el equilibrio de los objetos para la acción, como ser clavas, bastones, botellas. Esta capacidad
alcanza un nivel observable al final
de los cinco años y su desarrollo tiene fundamento en que se inicia tiempo atrás en la época lactante,
seguido de la estimulación y práctica que reciben en los juegos infantiles
típicos de la edad. Por esto, es
aconsejable provocar estímulos que permitan a los niños mantener o recuperar el equilibrio.
Los juegos de desplazamientos con cambios bruscos de
dirección o sobre superficies que la dificultan, constituyen buenas
oportunidades para estimular el equilibrio combinándolos con posiciones
estáticas, ya que al niño le llaman la atención las actividades que
comprometen esta capacidad, como ser: caminar sobre cubiertas,
disminuir su base de
sustentación, etcétera.
Capacidades condicionales
a)
Capacidad de
Resistencia: es una capacidad con claro predominio orgánico,
acentuada en lo cardio- respiratorio- circulatorio. La misma permite realizar un trabajo con
variaciones de intensidad, tiempo y condiciones
con un equilibrio aeróbico en su acción (también se la denomina "capacidad de resistir un
esfuerzo"). En el niño, esta capacidad es relativamente mejor que
la del adulto sin entrenamiento, lo cual no
significa que pueda soportar estímulos intensos y sostenidos.
La
resistencia que manifiestan los niños para los juegos, en el sentido de que
pueden jugar "prolongadamente" sin cansarse, es enorme, ya que de por sí son grandes
corredores, pueden trotar durante varios minutos
sin pausa o jugar intensamente con cortas pausas de recuperación durante más de media hora. Pero, por otro lado, se
puede apreciar que los niños cambian
frecuentemente su actividad lúdica, lo cual conduce en forma natural a un cambio repetido de las
cargas, evitando la fatiga local y
postergando la aparición de una fatiga central.
En los juegos infantiles se puede comprobar una falta de actividad para
desarrollar la resistencia, o a lo sumo la presencia de ésta en forma de cargas
breves, con poca intensidad y siempre cambiantes.
El desarrollo de la resistencia anaeróbica y de las capacidades de fuerza del niño en estas edades (fza. máxima, fza.
rápida y fza. resistencia) se encuentra aún poco desarrollada. Todavía no le
permite realizar movimientos realmente
potentes, veloces y de gran recorrido espacial.
Le gusta arrastrar objetos de un lado al otro, pero siempre se trata de objetos
livianos. Las posibilidades para trepar, subirse a distintos objetos, lanzar y saltar, son generalmente
escasas, iniciando una evolución a
partir de los cinco años. Aquí el docente debe tener especial cuidado
en este tipo de propuestas, ej.: la dimensión del lugar, el tiempo asignado
a cada juego y la motivación que se desprenda de la actividad propuesta, ya que esto pasará a ser carga de orden
fisiológico para el niño.
En consecuencia, los estímulos y las pausas deben ser
acordes a los datos anteriores,
necesario para la adaptación del organismo
del niño al esfuerzo. Es aconsejable proponer juegos donde las distancias de recorrido sin pausa sean cortas o
con pausas que permitan descansar
cuando sientan la necesidad de hacerlo. Los niños poseen una autorregulación al esfuerzo, por eso no
se debe insistir para que prosigan un juego intenso cuando hayan agotado
sus reservas de energía, igualmente es destacable su pronta recuperación.
La estimulación ideal de esta capacidad serán aquellos
juegos de desplazamiento o locomoción (especialmente los de correr, saltar y
nadar), por el gran compromiso motriz y orgánico al que están sometidos en su
desarrollo. Los
juegos de persecución, y sus variantes, constituyen ejemplos particulares de
estimulación en esta etapa evolutiva de la capacidad de resistencia.
b) Capacidad de
Fuerza: es considerada como una capacidad “total”, refiriéndose a la aptitud que tiene un músculo de generar tensión ante una resistencia
física, estática o dinámica. De aquí se desprende
que la fuerza, en esta etapa, es relativa
en cuanto a nuestra atención. Se
desarrollará lentamente, sin modificar su motricidad general. Pero no debemos desconocer que incluso al
niño le gusta demostrar su
"fuerza", lo que en forma adecuada favorece el crecimiento armónico,
estimulando las funciones metabólicas de esta etapa de crecimiento, con la
salvedad de cuidar en los niños que no movilicen grandes pesos, para evitar
lesiones o perturbaciones en su capacidad fina de coordinación. En función de esto, el juego infantil debe carecer casi totalmente de actividades de fuerza
permanente.
Los juegos característicos para
estimular esta capacidad serán los de transportar
elementos, empujar y traccionar, debiendo tener especial cuidado en no abusar de su práctica intensiva.
c) Capacidad de
Velocidad: en los niños de esta etapa está muy poco desarrollada. Las
acciones motoras de los niños de hasta tres años
transcurren lentamente, con progresos muy reducidos hasta el cuarto año de vida, se tornan visiblemente más
veloces en los niños de cuatro años y
especialmente al llegar a los cinco años de edad.
Desde el quinto y sexto año se pueden comprobar aumentos
anuales marcados de los componentes fundamentales de la velocidad, en especial en la velocidad de
reacción y de la frecuencia de movimientos. Este análisis pone su acento en el compromiso
energético que tendrá el niño en su acción.
d) Capacidad de Flexibilidad: en estos momentos
evolutivos la capacidad de flexión de
las grandes articulaciones es extremadamente
grande y mucho mejor que en los años posteriores. Debemos señalar que
los niños sólo disponen de una reducida capacidad de extensión en la mayoría de
las articulaciones con gran movilidad y su capacidad de flexión sigue siendo
buena. La deficiente capacidad de extensión en las articulaciones de la cadera,
rodillas y hombros, así como la escasa movilidad del tronco, observable en los niños
pequeños, se van superando progresivamente
hasta el final de la edad preescolar.
Como consecuencia de ello, los niños de cinco y seis años de edad poseen una movilidad suficiente, de modo que en la edad preescolar generalmente no se hacen necesarios ejercicios específicos para mejorar la movilidad, sino los que permitan mantener
los gradientes óptimos para su edad.
En esta etapa del crecimiento, los ligamentos son muy resistentes, aunque de igual modo hay que ejercitarlos.
Para completar el planteo referido a las capacidades condicionales desde un
punto de vista fisiológico, debe considerarse que el ritmo cardíaco de
un niño es superior al de un adulto, y su frecuencia respiratoria duplica
a la de los mismos. En consecuencia, es conveniente realizar actividades con intervalos
y pausas. Las características del sistema cardio-pulmonar
específicas de la edad permiten llegar a la conclusión de que la
capacidad de resistencia de los niños pequeños es aún muy reducida pues las frecuencias cardiaca y respiratoria en reposo son considerablemente más altas, y
su elevación durante el ejercicio es mucho más rápida que en los años
posteriores.
Estas particularidades del sistema
cardio-respiratorio dejan entender que las condiciones para las cargas de
resistencia aún se encuentran poco desarrolladas,
pero todavía no se sabe hasta qué punto un niño de dos a tres años de edad puede ajustarse a ejercicios de
resistencia adaptados, ya que no
existen resultados científicos seguros con niños de esa edad.
Un juego de desplazamiento puede ser un
excelente medio para
elevar la frecuencia cardiaca y respiratoria. Con una guía que considere los aspectos anteriores en estas edades,
lograrán sentir los latidos cardíacos, colocando su mano para ubicar por el
tacto el corazón (éste es un dato de referencia espacio-temporal muy
importante que les permitirá orientarse respecto a su izquierda y su
derecha).
En esta etapa, el considerable progreso del desarrollo
físico -denominado como primer cambio morfológico que se produce, en general, entre el
quinto y el séptimo año de edad- puede observarse concretamente en el
crecimiento de las extremidades, en la disminución del tejido graso
infantil y en el mejoramiento resultante de la proporción entre fuerza
y peso. Estos cambios en el desarrollo del niño tienen un efecto favorable sobre la
capacidad de rendimiento motor.
Se hace más acentuada la evolución de las capacidades de
la condición física en el Nivel Inicial. Se pueden comprobar un rápido
desarrollo de la capacidad de resistencia aeróbica de determinados
componentes de la velocidad y la creciente capacidad para realizar
movimientos potentes,
en tanto se realicen contra resistencias externas pequeñas.
Las capacidades condicionales
tienen menor incidencia que las coordinativas, pero no pueden dejar de
estimularse ni de atenderse en el desarrollo de los pequeños “acorde a sus grados de crecimiento y
maduración orgánico corporal”.
En estas edades, no es recomendable incentivar
sistemáticamente tareas específicas para el desarrollo de estas capacidades,
aunque algunas de
las acciones motrices que los niños realizan, condicionan su desarrollo o son necesarias para el mismo. Es vital
verificar la realización de acciones
que requieran de gran esfuerzo, u otras que pueden ser más simples pero
que cuando se repiten muchas veces o se utilizan en distancias demasiado largas
sin variaciones o pausas, pueden conducir al agotamiento
local de la parte muscular o al ingreso en un estado anaeróbico.
Los niños en edad preescolar pueden alcanzar aumentos
considerablemente elevados en el campo de las capacidades condicionales si se los somete a
un entrenamiento de formación deportivo planificado. Esta
capacidad latente es de igual forma de desarrollo, tanto para los varones como para las niñas.
Es muy
importante tener en cuenta que especialmente durante esta etapa la deshidratación puede producirse con facilidad. No
es adecuado realizar
actividades luego de comer debido a que la digestión de los niños es más lenta que la de los adultos. Los niños no
deben ser expuestos de
modo exagerado al sol y hay que evitar los cambios bruscos de
temperatura en ellos.
Los niños se encuentran en un estado de permanente osificación,
por lo cual es
conveniente evitar choques violentos,
grandes tracciones, tomarlos en forma directa y brusca de las
extremidades. Se recomienda
prestar atención a no realizar
acciones como carretillas, caballitos, etc.
Los procesos de aprendizaje motor en los niños pequeños se
basan en gran medida en sus necesidades de imitación, que se realizan
en su mayoría través de la visión, especialmente en el transcurso del
segundo año de vida, para pasar ya en el tercer año a ganar en importancia las informaciones
de doble señalización.
Al promediar
el cuarto año de vida, la ejecución motora del niño se vuelve más
sólida y amplia respecto a sus parámetros espaciales. El ritmo de
ejecución, el acoplamiento de movimientos y la elasticidad mejoran
notablemente. La capacidad para combinar acciones motoras se
desarrolla durante la edad preescolar casi de la misma manera en que el niño domina las
habilidades combinadas, y de la misma forma en que aumenta su capacidad de anticipación.
Las formas motoras implicadas en juegos o en otras
acciones que hayan sido exploradas, se vuelven notoriamente más
seguras, pero todavía se pueden apreciar deficiencias o inseguridad en las
tareas motoras cuando son nuevas, destacándose las combinaciones de movimientos.
En la acción de lanzar, la pelota le debe ser enviada en
forma precisa, a la altura del pecho, puesto que los niños de este
período no poseen una capacidad de anticipación muy desarrollada,
debiendo respetar la evolución de las leyes de maduración céfalo
caudal y próximo distal que inciden al
respecto. Para la recepción de un objeto, los niños realizan una amortiguación
en las articulaciones de la cadera y de las rodillas.
A medida que los niños van creciendo, también aumenta
claramente la
disposición para la acción de la recepción.
La marcha y la carrera se realizan en forma
"torpe" y poco elástica. En los lanzamientos y en la recepción de
objetos también se observa la falta total de una actividad diferenciada de acuerdo con
la tarea propuesta.
Hasta el quinto año tiene que producirse un aumento de
nivel claro para las capacidades
coordinativas, el cual continúa y se sigue manifestando en la etapa siguiente. Otra conclusión es que también se pueden
suponer progresos evidentes en la capacidad de equilibrio, en las capacidades
de ritmización y acoplamiento. Estos aspectos denotan una interrelación manifiesta, ya que de otro modo no
sería entendible el rápido desarrollo
de las formas motoras fundamentales, ni la adquisición de combinaciones motoras y los manifiestos
progresos en la regulación de la ejecución.
Haciendo referencia al acto de saltar, durante los juegos
en general se realizan saltos en profundidad y con dos piernas, como en los
saltos de soga. A veces también se puede observar otro tipo de salto, como los
saltos con una o dos piernas en el lugar y en traslación, el galope frontal y
lateral. Para utilizar otras formas de salto en las actividades lúdicas, se
debe brindar las posibilidades de implementos necesarios y los estímulos
correspondientes. Los saltos en profundidad también tienen lugar en forma rígida, dura o
en forma exageradamente débil, “sin explosividad" y con la ayuda de las manos en la toma de peso del
cuerpo.
Los niños de cinco a seis años
que realicen una práctica motora con orientación deportiva en forma intensa,
pueden aprender formas y combinaciones de movimientos considerablemente más
complejas que las mencionadas hasta aquí.
Estos niños pueden entender técnicas básicas de natación, de patinaje,
de gimnasia en aparatos y de otros deportes. El perfeccionamiento de las formas motoras relacionadas al deporte y la adquisición
de las primeras combinaciones de movimientos en los niños "entrenados" se caracterizan, sobre todo, por el hecho de
que el “acervo motor" es más amplio y el grado de dificultad de las
formas y combinaciones motoras disponibles es visiblemente más elevado que en
los niños que no entrenan.
Pero, ante esta situación, es importante preguntarnos si el entrenamiento
para una actividad física determinada es lo que el niño quiere o necesita,
o si es pura intencionalidad de los adultos por encontrar "un campeón"
prematuro.
Algunas características específicas por edad
Señalamos, a modo
de referencia, que en todos los casos dependerá de distintos elementos su maduración
real, pudiendo oscilar
en función de varios factores (experiencias previas, factores hereditarios,
etcétera) en un año más o menos.
Los niños de 2 años:
El desarrollo del caminar se lleva a cabo en gran medida durante el primer
año de vida, pero en esta etapa se perfecciona esta acción. Hay un control de la postura vertical, equilibrio y
seguridad en los movimientos, aunque existe cierta rigidez en las
piernas con relación al año anterior
manifiestan rapidez al correr pero
poseen dificultades para cambiar de dirección o detenerse bruscamente.
Los movimientos son lentos, pero no debe olvidarse que las
actividades que realizan cotidianamente, como andar en triciclo, las ejecutan con bastante precisión y velocidad.
En este momento están en condiciones de caminar de un lado a otro
sin ayuda externa sobre una barra de unos 20 cm. de ancho a 10 o 20 cm. de altura.
Los movimientos de la marcha se siguen realizando con una
marcada apertura de piernas, en forma rígida y torpe, y los brazos están siempre preparados para mantener el
equilibrio.
Comienzan subiendo las escaleras
lateralmente, paso por paso, tomándose de una barra o apoyándose en la pared
con ambas manos. El descenso se realiza en la
misma forma, tanteando el "escalón inferior primero con el pie y haciendo resbalar la pierna sobre el borde del escalón.
La etapa siguiente es subir paso a paso, sin apoyar las manos. También suelen
subir las escaleras en cuadrupedia o caminando sin alternar sus propios pies o con ayuda. Realizan el descenso con más lentitud
y con más miedo que el ascenso.
Los giros -rotaciones alrededor del eje longitudinal- con
brazos extendidos sobre la cabeza y piernas también extendidas se pueden realizar
aproximadamente a los dos años de edad, cuando se cuenta con la ayuda correspondiente.
Los niños ponen resistencia a despegarse del suelo porque,
al no elevarse, se sienten más seguros. No dominan la caída; caen primero con un pie y luego con el otro.
Pueden saltar en profundidad desde pequeñas alturas, por ejemplo un escalón o
el cordón de la acera.
Pueden arrojar objetos con una o ambas manos, aunque aún
sin aplicarles dirección, sólo utilizan las manos; el tronco y los pies no participan de
la acción. Utilizan los brazos para intentar recibir objetos, y esta acción la
realizan con las piernas juntas, los brazos extendidos y juntos, mirando sus manos.
También levantan y empujan elementos. Los roles
-rotaciones alrededor del eje transversal del cuerpo- se realizan en forma
lateral. Para movilizarse utilizan
la cuadrupedia alta.
Pueden trepar y descender lentamente y sin dificultades los obstáculos a
la altura de la cadera. No se suspenden ni balancean. La tracción es utilizada
para treparse a distintos objetos del ambiente.
Según
Stone y Church, "cierta distribución de
su ambiente físico les servirá como
estímulo". Llaman mucho su atención las escaleras y las aberturas.
Los
objetos en movimientos les resultan más atractivos que los fijos; los transporta, arrastra, les imprime fuerza de
empuje y tracción.
Construyen una torre estable de más de cuatro cubos. Adquieren
más independencia en algunos de sus actos -utilizan una cuchara cara comer
solos- y avisan para hacer sus necesidades.
Todavía
no establecen relaciones espacio-temporales. Recurren a la maestra para todo.
Juegan al lado de los otros chicos, miran lo que hace el de al lado, pero sus
juegos son solitarios o de tipo paralelo.
Entre ellos tienen contactos exclusivamente
físicos, pocos y breves. En esta etapa se encuentran inmersos en el
egocentrismo.
Los niños de 3 años
Luego de la importante
evolución transcurrida en los dos primeros años de vida, se encuentran en un momento estable de sus vidas.
Pueden realizar casi todas las formas elementales de movimiento. Según Gesell, "un
niño de tres años es capaz de insistir en un modo motor no
adaptativo; a diferencia del de cuatro, que lo modifica para adaptarlo a
las necesidades del problema que se le plantea".
En su tren inferior y superior se nota una mayor habilidad
en las ejecuciones.
Pese a que aún son lentos, pues demoran en las reacciones a estímulos, la
actividad motriz gruesa les resulta de sumo agrado. Sus movimientos se producen en forma relativamente segura y fluida, pero
con un control óptico permanente y con el balanceo compensatorio de los brazos.
Pueden reptar con movimientos alternos de
brazos y piernas sin buena
coordinación. La cuadrupedia la realiza con los cuatro puntos de apoyo (pies y manos), y sobre bancos pero sin movimiento
continuo, pareciendo tener problemas de ejecución y coordinación.
Se
desplazan caminando, corriendo y saltando en diferentes direcciones. Realiza la carrera con el tronco erguido y
una pequeña flexión en cadera y
rodillas. Los movimientos de brazos son bajos y separados del tronco. Corren, se detienen y cambian de velocidad con
fluidez. En esta acción de correr
aparecen algunas perturbaciones del equilibrio, por lo cual se observan
movimientos irregulares y estabilizantes, especialmente de los brazos. Obtienen mayor ritmo y consiguen caminar hacia
atrás de lado. Pueden correr con
combinaciones, caminar por planos estrechos a alturas. Lanzar y hacer rodar
objetos de diferentes formas, saltar obstáculos a alturas. Intentan el
desplazamiento previo al salto, aunque cortan la secuencia de movimientos.
Prueban combinar el correr y el patear. Las acciones de equilibrio en
forma independiente se observan al iniciar el tercer año de vida. Pueden caminar sobre líneas y realizar con
gusto acciones de equilibrio, aunque su
capacidad para ello aún es reducida. Esto se puede observar incluso en
los movimientos elementales como la marcha y la carrera. Suben escaleras
alternando los pies. A mediados del tercer año, se produce el subir escaleras sin apoyo de las manos, pero el descenso aún
se realiza con apoyo y paso por paso.
Arrojan objetos con dirección pero sin total control al
momento de lanzar, de diferentes formas y hacia diferentes puntos de referencia.
Combinan lanzamientos con el caminar. La
acción de recepción, en esta edad, superan progresivamente la forma motora primitiva utilizada -"recepción canasta"-, mostrando una mayor disposición donde
los brazos se extienden en dirección
de la pelota, la separación de las manos corresponde al diámetro de la misma y los dedos de
las manos se colocan levemente
separados, tomando la pelota en el aire con una especie de posición de
tenaza, para luego llevarla junto al cuerpo. El objeto se recibe, embolsándolo.
Luego de varias prácticas activas de recepción, los niños ya esperan la pelota con los brazos extendidos hacia
ella, tomándola con ambas manos contra el pecho -“recepción cuerpo”-.
La acción de rodar la pelota se ejecuta con mejor dirección,
no sólo por el suelo, sino también por encima de objetos. Pueden recibir y patear una
pelota. Reciben con piernas juntas un pase justo, acercando la pelota al
cuerpo.
Para
que los niños de tres años de edad hagan el intento de recibir objetos, se necesita la estimulación por parte de
compañeros de juego más grandes o de los adultos (esto es similar en el
año anterior). Cuando proponen recibir una
pelota, los niños sólo podrán hacerlo si
la misma es lanzada en forma "adecuada para la recepción", o sea dirigida con exactitud, con suavidad y a la altura
del pecho, porque no están en condiciones de anticipar la parábola de
vuelo del balón. El lanzar y, especialmente,
el recibir se encuentran en los comienzos de su desarrollo.
Las formas
de lanzamiento son: lanzamiento sobre cabeza - se ejecuta en posición totalmente frontal respecto al objetivo (lanza
sin control sobre la cabeza o abajo
aunque con cierta dirección), sin participación apreciable del tronco, sólo como un movimiento aislado del brazo - o lanzamientos con dos manos de abajo,
lanzamientos con dos manos desde
cadera o por sobre la cabeza (para lanzar objetos de mayor tamaño).
Al finalizar
el tercer año de vida se observan ciertos aumentos en la fuerza, velocidad y volumen de
los movimientos. Son capaces de traccionar su
cuerpo hacia adelante o de empujarlo hacia atrás en posición decúbito
ventral sobre una superficie llana y lisa.
La fluidez de los movimientos sigue siendo reducida e irregular.
La acción de colgarse está asociada linealmente con el
desarrollo de las formas básicas de traccionar y trepar. Al final del
segundo año, los niños se pueden colgar por corto tiempo de un aparato
a la altura de la cabeza, y al final del tercer año ya pueden combinar
la suspensión con los primeros balanceos. En este caso se debe tener sumo cuidado, porque la toma aún
es insegura y la fuerza muscular es reducida.
Los
roles adelante sin ayuda recién se pueden ejecutar exitosamente, por lo general, al final de la primera infancia.
Antes se hace necesaria una ayuda
externa. La ejecución “redonda" de un rol a posición parado, o de varios roles sucesivos, recién es posible luego de
una ejercitación prolongada.
Tienen dificultades en el enlace de movimientos fluidos
que son muy diferentes entre sí -correr y saltar-. Seguramente correrán,
se detendrán un instante y luego saltarán, o realizarán el salto como una simple extensión del último paso
de la carrera.
Al final del tercer año se pueden elevar en la barra a
mayor altura, o puede utilizar un banco sueco, mientras que si se colocan alturas mayores, los
niños exigen la ayuda del adulto.
Como este es un período de observación y de descubrimiento. Es importante mencionar la irregularidad
apreciable respecto de los parámetros espaciales,
en la velocidad, en las desviaciones laterales y en la constancia de
dirección de la marcha. En el compromiso de
las piernas se puede señalar una extensión incompleta, una longitud de
paso pequeña y una alta frecuencia de movimientos.
El apoyo que realizan es predominantemente sobre la planta del pie porque aún no poseen el paso "redondo"
(talón - planta- punta) por ello los
movimientos de marcha siguen siendo algo
torpes y poco elásticos. Los movimientos de recobro transcurren aún
alejados del tronco y en forma amplia, porque a veces tienen que compensar perturbaciones de equilibrio. Su
actividad se caracteriza por el derroche innecesario de energía y la falta
de coordinación.
Pueden subir escaleras alternando
los pies y sin ayuda, trepar planos inclinados,
transportar y arrastrar objetos de mayor tamaño y colectivamente, pero
todavía no coordinan sus acciones con la de sus
compañeros. Son capaces de mantener el
equilibrio en bases de sustentación anchas y sobre el piso. Consiguen realizar rolidos.
Ya
pueden diferenciar y nombrar los colores, así como percibir las diferencias de tamaño entre los objetos, son
capaces de identificar y comparar pero su capacidad de análisis
situacional es precaria; se divierten con las repeticiones de acciones que les
gustan.
Distinguen
las partes del cuerpo y la posición que éste ocupa en el espacio. Varía su dependencia e independencia en
las distintas actividades.
Respecto al año anterior, se reduce el egocentrismo. Surge el interés por
jugar con otros, aunque aún persisten los juegos solitarios. Tienden a
llevar todo a su experiencia propia. Para ellos, el mundo no es nada más que una
respuesta a sus necesidades generales. Comienza el ¿"por qué?". En los libros pueden aparecer palabras al lado de
la imagen, y se interesan por
personajes que cumplan diferentes acciones. Les encanta jugar al aire libre,
andar en triciclo y jugar con otros niños, les gusta mirar animales,
jugar con arena y agua. Son capaces
de jugar en grupo cumpliendo consignas sencillas. Esperan su turno. Comparten
juguetes. Se vuelven importantes los juegos
ficticios, simbólicos y los juegos con
un rol establecido, donde los niños imitan a los seres que se encuentran
en su ambiente social. Aparece una noción de cooperación fragmentada.
Los niños de 4 años
Se
observa una mayor seguridad en su actividad motora. Tienen buen perfil de
postura gracias al desarrollo de los sistemas equilibradores y al ajuste
óseo-muscular-articular. El dominio de la “visión
periférica” mejora progresivamente, en consecuencia, hay mayor
soltura motriz. Aunque mejoran, todavía no
logran secuenciar fluidamente las
fases de movimiento, que sí se logra hacia los cinco años.
Demuestran mayor estabilidad corporal, (ej.: al caminar
por tablas estrechas, hacia adelante y en forma lateral). Hay un aumento notorio de su orientación
espacial.
Perfeccionan la ejecución de la carrera, dándole fluidez y
soltura. Corren
rápido pero sin dominar los brazos. Saben esquivar y cambiar de dirección en ambientes amplios. Por lo general,
corren de 50 a
60 metros
sin pausa y con intensidad media. La
carrera manifiesta aumento en la fase de vuelo con mejor ritmo y
coordinación y se puede utilizar cada vez más como impulso para
aumentar el rendimiento de otro movimiento subsiguiente
Utilizan el espacio orientándose mejor. Logran realizar los
desplazamientos en diferentes direcciones, tanto por el suelo como por arriba de obstáculos y
se desplazan hábilmente, frenan, esquivan, obstáculos. Pueden correr sobre líneas curvas, en zigzag y
hacia atrás. Pueden correr y saltar
como unidad motriz, sobre todo hacia adelante y con un paso alargado. Ya son capaces de sortear obstáculos de 20 a 30 cm. de altura, pero bien distanciados entre sí. Coordinan la carrera
con el salto largo y en alto. Se puede observar en los niños
un aumento de aproximadamente un 30% en la coordinación de brazos y
piernas en la carrera. Trepan por la barra vertical, haciendo el desplazamiento de los brazos y las piernas, peo el
movimiento no es coordinado.
Las formas de lanzamiento se
modifican poco en el cuarto año con respecto
al tercero, y los modos predominantes son: el lanzamiento sobre cabeza,
lanzamiento con ambas manos desde la cintura y el lanzamiento con dos manos
sobre cabeza, este desarrollo se modifica
insignificantemente en el cuarto año de vida, o sea que siguen ausentes la utilización adecuada del tronco,
la combinación fluida del movimiento
propia del lanzamiento y el lanzamiento con control de altura y
distancia.
Pueden atrapar un objeto grande y liviano, siempre y
cuando se lo arrojen de cerca. Lanzan con dirección y puntería. La forma
dominante para los lanzamientos a distancia
de pelotas pequeñas es el lanzamiento
sobre cabeza. Los niños de cuatro años ya
comienzan a lanzar con piernas separadas, haciendo participar todo el cuerpo. Las niñas de la misma
edad sólo alcanzan a realizar
lanzamientos sobre cabeza desde la posición frontal o levemente lateralizada (con piernas separadas),
restringidas preponderantemente a la intervención del tronco. Lanzan y
atrapan objetos combinadamente. Para la recepción precisan de la ayuda de todo
el cuerpo cuando se les lanza la pelota de aire. Tratan de aprender a picar la pelota, pero sin continuidad ni seguridad.
Suben la escalera con movimientos alternos de brazos y
piernas, en un movimiento continuo que demuestra notorio
perfeccionamiento en
la coordinación.
Saltan hasta 1 metro con dificultades de equilibrio en la caída y en profundidad
pueden saltar 80 cm.
equilibrando la caída, también hacia adelante, atrás y a los costados. Pueden realizar saltos continuos. Las formas de salto que ejecuten
concretamente dependerán de las
sugerencias de los adultos (familia, docentes) de la interacción con sus pares, de los obstáculos que se les
presenten y que determinarán una experimentación particular para
superarlos.
Trepan
en cuanta construcción o aparato encuentren; se cuelgan y balancean por breves
lapsos. Trepan espaldares muy despacio; se balancean y se suspenden con
facilidad de barras. Reptan tanto por el
suelo como por bancos, llevando un brazo al frente y la pierna
correspondiente de forma alterna pero con pausas. La cuadrupedia es igual que en la
edad anterior, pero con notables mejoras en la coordinación de los
movimientos.
En cuanto a la acción de subir, se puede decir que en el
cuarto año de vida los niños casi siempre son capaces de subir las
escaleras con pasos alternados lentos. Los brazos se utilizan allí para
conservar el equilibrio.
Tienen más fuerza, soltura y flexibilidad en el uso de las piernas, en
comparación con el año anterior. Pueden
rodar de costado y hacer rolidos hacia delante. Trasladan elementos sin arrástralos. Entre dos o tres compañeros pueden
trasladar a un tercero y hasta un cuarto.
Hacen
equilibrio sobre bolsitas, neumáticos y vigas de poca altura. Intentan
trasladar con el pie, corren y patean. Se
puede proponer tareas motoras donde los espacios intermedios de los
obstáculos tengan una separación de hasta 30 cm.
El perfeccionamiento de las formas motoras
y la adquisición de las primeras combinaciones de movimiento son significativos. Por un
lado el rápido aumento cuantitativo del rendimiento, y por otro, un
mejoramiento cualitativo evidente. Se produce
un aumento considerable de la disponibilidad
variable de las formas motoras, o
sea de la capacidad de utilizarlas bajo situaciones cambiantes o de
distintas tareas.
En el
caso de los niños no ejercitados,
sólo se mantienen aquellas formas motoras que se pueden combinar con la marcha y la carrera. Tales combinaciones
son: la marcha combinada con el
traccionar, empujar o transportar un objeto; caminar o correr combinando
con hacer rebotar una pelota; caminar y correr en combinación con subir, trepar, hacer
equilibrio o saltar, a veces con lanzar y con otras formas motoras.
Su motricidad general, les permite participar más activamente. Preguntan ¿por qué? y ¿cómo? Tienen noción de orden, verticalidad y horizontalidad,
como también de tiempo y espacio. Reconocen
el barrio y sus adyacencias, son mucho más sociables, aprenden a cooperar con sus compañeros y a esperar su
turno, pero no con muchos. Aparecen
la aceptación, la valoración y la cooperación.
Perciben
la relación y atributos de distintos objetos. Poseen acciones motrices expresivas; imitan. Distinguen la realidad de la fantasía. Les gustan
los temas fantásticos relacionados con reyes, princesas, enanos,
gigantes, naves espaciales, disfraces, de la mano de la magia, los deseos, la
imaginación y la representación.
En
la lectura se debe balancear el texto con las imágenes con tipos de letra
grande. Se encuentran equilibrados con la independencia y la sociabilización,
pero para sus juegos generalmente prefieren grupos de dos o tres integrantes.
Resisten relaciones prolongadas en grupos de juegos. Sugieren turnos y
comparten material. Son capaces de jugar en pareja, pero aún tienen
dificultades de integración cuando las actividades son largas o complejas.
Los niños de 5
años
Son
hábiles y audaces en lo que refiere a la motricidad. Esta etapa es denominada “edad de oro”. Están en condiciones de
trepar y descender una soga de hasta cuatro metros de altura, con movimientos
de tracción y empuje. Se deben considerar las diferencias individuales, llegando en algunos casos a no poder
realizar esta acción.
Siempre y cuando
tengan experiencia en el manejo, están casi
en condiciones de contrarrestar pequeñas desviaciones laterales o verticales del vuelo de la pelota. Algunos niños ya ejercitados en esta acción pueden
anticipar correcta y oportunamente la parábola de la pelota y adaptar
sus movimientos a la misma. Ya pueden realizar
exitosamente la acción de recepción.
Se puede observar claramente el caminar, correr y saltar
en diferentes
direcciones (atrás, adelante, al costado),
el lanzar y golpear pelotas de forma combinada, escalar con mayor grado de coordinación y trepar por un plano vertical. Pueden caminar con los ojos cerrados, galopar y salticar
tomados de sus manos. Logran saltar y girar alternando los pies. Pueden
saltar y lanzar al mismo tiempo. Pueden dar
pataditas en el aire -elevar la cadera-.
Caminan en cuadrupedia sobre bancos. Realizan rolidos sobre planos inclinados. Les encanta trepar y enfrentar tareas
que les ofrezcan riesgo. Tienen precisión en las acciones con distintas direcciones
y ritmos. Poseen equilibrio suficiente para mantenerse
en un pie y mover el otro.
Pueden coordinar la carrera con otros compañeros tomados de
las manos. Son más
reservados e independientes, más pragmáticos que románticos. Su construcción
intelectual se basa en función de temas definidos. Están en continua
exploración del mundo que los rodea, crecen los sentimientos valorativos y se interesan por la “noción del tiempo”. Existe
un aumento en la capacidad de atención y hacen referencia a lo que
observan.
Están limitados al espacio activo y poseen una incipiente
conciencia del
espacio geográfico. Dominan el espacio total y parcial. Realizan su higiene sin
problemas.
En este período el desarrollo físico de crecimiento es lento.
El cuerpo se alarga y crecen sus extremidades. Las niñas están un año
adelantadas en su desarrollo.
Comparten el
juego con sus compañeros y comienza el respeto por las reglas elementales. Representan
roles con gracia y soltura. Incorporan la picardía en el juego. Les agrada
jugar en grupo. Reconocen con dificultad la competencia. Ganen o pierdan,
siempre se consideran ganadores. Comprenden
la composición de sus juguetes, asumiendo una tendencia más técnica en
los juegos. Comienzan a darse cuenta de las diferencias de personalidad relacionadas con el sexo. Se ve a varones buscando
intereses masculinos en compañía
masculina, y niñas agrupándose en actividades femeninas.
El pensamiento condensado y mágico-asociativo
los hace confundir las reglas que aparecen
gradualmente en el juego e indican sus intentos de organizarse en los
ámbitos emocionales, mentales y sociales. Empiezan a manifestar interacciones
sociales en el juego
Las
percepciones adquieren una mayor gravitación, pues son operaciones mentales. Están muy ligadas a la
organización del espacio visual con sus dimensiones: altura, ancho y
profundidad. En su lectura se pueden utilizar
fotos; les interesa todo material que guarde relación con su entorno.
A pesar del rápido desarrollo de ideas sobre
el pasado, presente y futuro, al terminar el período preescolar no existe un esquema
general y consistente del tiempo.
Realizan movimientos con facilidad entre las locaciones
familiares. Ante un
terreno nuevo, lo exploran velozmente con sus posibilidades para el movimiento
y pronto lo hacen suyo.
La coordinación óculo-manual mejora, pero aún es insuficiente. Demuestran actividad, la
concentración aumenta pero es poca, tienen
poco léxico infantil y ya está definida la utilización de las dos manos. Sus propósitos son específicos, y
antes de dibujar ya saben lo que quiere hacer. El comportamiento es estable. Su sentido de independencia y de
sociabilidad es equilibrado. Desean tener responsabilidades, lo piden en forma
ruidosa y con mucha energía.
Los
niños empiezan a revelar diferencias debidas a las experiencias de juego por
las que pasan, y varios observadores han
advertido desigualdades, tanto sutiles como muy evidentes, en la manera
en que los niños de ambos sexos se mueven y
en los grados de destreza con que se
desempeñan. Para tener en cuenta: “los niños con sobrepeso se desempeñan en
forma distinta que sus
compañeros delgados”.
Los
niños de 6 años
Uno de los cambios más significativos se produce por el ingreso al primer año de Educación General Básica, y
físicamente por la
pérdida del primer diente de leche.
Hasta este momento no conocen otra estructura social más
que la familia, que les era en verdad natural. Entran a una faceta nueva donde intentan descubrir
su nuevo ambiente, mientras tratan de hallarse a si mismos.
Piaget demostró que, a partir de esta edad, se construyen
invariables
nociones mediante la movilidad confusa de la experiencia sensible, que es
dominada e integrada por la movilidad de la inteligencia lógica.
Gesell comenta que la crisis de los seis años
proviene de un período anterior, de facilidad y de progresos, los cuales se
citan en los periodos preescolares.
Los niños se vuelven impulsivos, se excitan con facilidad,
se sensibilizan en
sus actitudes corporales y en sus relaciones con los demás. Son fluctuantes,
cambiantes y pasan rápidamente de períodos de gran movimiento a otros de reposo. En ocasiones, demuestran actitudes agresivas y autoritarias. Se constituye un proceso de
afirmación de su personalidad, mientras les gusta comportarse como
bebés.
Ya existe una superioridad en la capacidad vital y
muscular de los niños sobre las niñas, el tono neuromuscular y la movilidad son
notoriamente mayores en el varón. Esta es una edad muy activa con acciones dinámicas casi
constantes.
La estructura corporal es armónica y existe un equilibrio
entre los diferentes segmentos corporales. En el desarrollo físico el crecimiento es más lento.
Crece en altura y los músculos grandes se desarrollan más que los pequeños.
Respecto a las destrezas, logran reptar con una apreciable
coordinación. Se
observa un aumento considerable en el desarrollo de las capacidades motrices:
lanzan más lejos, corren más rápido, demuestran mayor coordinación en líneas generales, destacándose el equilibrio y la orientación
espacial. Son capaces de combinar acciones más complejas como lanzar, rebotar y recibir la pelota que les lanzan.
Esta recepción la realizan con ambas manos, sin requerir la ayuda del
tronco.
Son capaces de percibir el espacio al saltar una cuerda o
lanzar una pelota. Regulan sus movimientos al lanzar un objeto y correr para
pasar saltando un obstáculo a pequeña altura. Realizan el salto en largo cayendo
con semiflexión de las rodillas, manteniendo
buena estabilidad. Pueden saltar utilizando diferentes combinaciones,
y lanzar, recibir y picar la pelota sin mayor dificultad. Intentan
saltar lo más alto que les sea posible, sin importarles caer y rodar por el
piso, capacidad que se va desarrollando progresivamente, tanto en el ajuste de cada una de las formas de saltar
como en la integración de acciones combinadas. Es común que pasen gran parte de su tiempo luchando, revolcándose
y peleando con otros niños.
Desde el punto de vista psicológico, son muy
egocéntricos, quieren y necesitan ser los primeros y los más queridos, que todos
los elogien y ganar
siempre.
Ambos sexos gustan de juegos con
carreras, como “la mancha” y “las escondidas”.
El varón juega con la pelota mientras que las niñas se divierten con la
soga.
Los intereses entre los sexos
comienzan a diferir. A pesar de intentar hay poco sentido de equipo por la
fuerte individualidad, porque no han desarrollado aún las habilidades de
colaboración, son menos cooperativos y más competitivos. Debe tenerse en cuenta
que se fatigan fácilmente.
Se
manifiestan ansias por aprender, si bien
muestran períodos de interés cortos. Les cuesta tomar decisiones,
demuestran inquietud y súper actividad, son
más independientes, agresivos, exageran para llamar la atención. En sus
actividades utilizan todo su cuerpo. Necesitan
estímulos, alabanzas, afecto y mucha paciencia por parte de los adultos
En la mayoría de los
casos, los varones aprenden un lanzamiento con
aplicación del tronco, coordinación cruzada
o con un pequeño salto
intermedio, pero aún no se logra realizar una combinación correcta de
la carrera de impulso con el lanzamiento. Esto sólo se obtendrá -incluso en los
años posteriores- como resultado de la ejercitación correspondiente. Si no
se realiza una ejercitación progresiva,
se podrá observar un estancamiento en este estadio de desarrollo, sobre
todo en el caso de las niñas.
Existe una necesidad casi siempre mucho más manifiesta y
variada de estar
permanentemente en actividad. Difícilmente se ajustan a ritmos impuestos
durante mucho tiempo.
Los cambios frecuentes en la actividad lúdica y en los intereses
disminuyen progresivamente en comparación al periodo de los dos y tres años
de edad. Los niños se pueden dedicar cada vez más consecuentemente a un
determinado juego, haciéndolo con seriedad y con gran disposición hacia
la actividad, sin resignarse tan
rápidamente si se presenta algún tipo de dificultad.
Con
un poco de ejercitación, los niños de cinco y seis años de edad
están en condiciones de superar con pasos alternados los obstáculos con alturas o separaciones constantes o variables de 20 a 50 cm. Mediante una ejercitación adecuada, es posible lograr un
aumento de la velocidad, hasta llegar a la carrera de saltos con
exigencias variables, pero este estadio de
desarrollo no es alcanzado por todos los niños. Estos niños en edad
escodar tienen que ser llevados progresivamente a ese nivel de exigencia.
Se mueven
mucho, pero presentan una motricidad poco diferenciada en el plano segmentario. Es
muy difícil que enlacen cadenas de movimientos
sucesivos. Les cuesta la manipulación fina,
a pesar del gran interés que manifiestan por la actividad manual.
Todas
las actividades motoras que emprenden son “globales” respondiendo a los
esquemas motores básicos: correr, saltar, galopar, trepar, traccionar, otros.
Su nivel de reacción es básico y, consecuentemente, no pueden dominar cambios
bruscos de dirección.
Es especialmente importante el aumento
considerable de la longitud de paso, que se lleva a cabo con un pequeño acrecentamiento de la
frecuencia, resultado de una mayor
fuerza de despegue en la fase de extensión de la pierna de apoyo y de una elevación considerablemente más acentuada
del muslo de la pierna libre.
La
velocidad y destreza de la carrera también mejoran en forma rápida en esta edad. La proporción de aumento anual de estos parámetros
hasta los primeros años escolares es la más alta en relación a toda la
niñez y juventud.
La
acción de saltar transcurre en forma relativamente lenta y pobre en los niños de tres a seis años de edad, si no se la ejercita correspondientemente. Este desarrollo de los saltos puede educarse en
forma mucho más variada y rápida si se propone a los niños una ejercitación adecuada, puesto que
realizan esta actividad con sumo
placer. Los mayores progresos se observan recién en los niños de cuatro, y especialmente en los de cinco y
seis años de edad. Pueden realizar
salto en largo con carrera de impulso, picando dentro de una zona delimitada, saltos simples y en serie, sobre cajones, bancos o barras de
equilibrio, así como otras formas rítmicas de salto posibles de
realizar por los niños de esta edad.
Psicológicamente, hay una marcada decadencia del juego
simbólico y se
observa el inicio concreto del juego reglado. Realizan acciones de colaboración
y cooperación grupal. Se observa un respeto unilateral y mutuo incipiente.
Es notable
cómo disminuye visiblemente la cantidad de pasos en la unidad de tiempo, mientras que
la longitud de pasos aumenta unos 10
cm. Se produce el rolido del pie, o sea que éste
toma contacto con el piso por medio del talón, para luego apoyar toda la
planta y despegarse por medio de la punta, con esto el movimiento de marcha
del niño gana en
elasticidad. Los movimientos de marcha
alcanzan al final de esta etapa de desarrollo una expresión que se mantiene relativamente estable en cada individuo
y que recién vuelve a sufrir modificaciones en la edad juvenil.
Pueden
superar obstáculos a la altura del pecho con un tiempo de ejercitación, con y sin
carrera de impulso. Aquí los brazos y el
cuerpo cumplen una función de sostén, mientras que las piernas son las
que apuntalan la acción.
Los juegos que realizan son tumultuosos y provocadores.
Muestran interés en actividades de trapecio, gustan de trepar y balancearse. El ascenso y
el descenso de los aparatos de trepar se realizan en forma más suelta, rápida y coordinada.
. La hamaca
es uno de sus juegos favoritos.
Representan
roles con gracia soltura. Salen de su fase
bipolar: la personalidad se encuentra en reorganización. Transitan desde el pensamiento mágico asociativo hacia
los primeros pasos del pensamiento lógico concreto. Se encuentran en el
estadio de inteligencia representativa preoperatoria.
Comienzan a
diferenciarse de los demás, a reconocerse como individuales y a la
vez pueden hacerlo respecto a los objetos y situaciones, identificándolos, clasificándolos,
construyendo esquemas de relación nuevos
respecto de sí mismos y al mundo externo. La posibilidad de operar sólo,
puede darse cuando se hayan desarrollado las bases del espacio tiempo, del esquema corporal y de la causalidad.
Su
esquema corporal aún es rígido: en la representación gráfica del cuerpo se
observa una imagen postural sin reconocimiento de perfiles, sin flexión de articulaciones, sin rotaciones o cambios
posicionales acentuados. Se ubican correctamente con relación a las
nociones de arriba-abajo,
adelante-atrás, a un lado-al otro; lejos-cerca; siempre y cuando el punto de
referencia sea claro. Su noción del tiempo aún es rudimentaria.
Les gusta jugar en grupo, iniciando su
preferencia con el propio sexo.
Reconocen con formalidad la competencia.
La
proporción de los movimientos de carrera coordinados
asciende al 70-75% en el quinto año de vida y alcanza más del 90% un año
después.
Se comprueban progresos considerables en el habla. Los niños aumentan un 1.000% su
vocabulario desde el comienzo de la edad preescolar,
y llega a contener unas 3.000 palabras en los niños de seis años.
MADURACIÓN: En el ámbito biológico es alcanzar la finalización
del desarrollo con referencia al organismo en general. En el ámbito de la psicología significa el proceso por el
cual el sujeto alcanza la plenitud de sus capacidades mentales; hace referencia a factores tales como la herencia
en contraposición al aprendizaje.
Para
Le Boulch (1984), la maduración consiste en hacer funcionales a todas las
estructuras que sólo existían a nivel potencial. Es el proceso que determina
connotaciones de aumento de la complejidad funcional y estructural de cualidad de ahí que, frente a otros
términos, esta definición califica “lo
cualitativo” como característica de un fenómeno que también está sujeto al
patrimonio genético y a su control. Se caracteriza por una orden fija de
progresión, en la cual la velocidad puede variar, más la secuencia de aparición
de características generalmente no varía.
CRECIMIENTO: Significa el aumento de la
estructura del cuerpo o aumento progresivo de un organismo y de sus partes.
Posee connotaciones de cantidad, de
conceptos biológicos clásicos como
los de Hipertrofia e Hiperplasia. Es de constatación visual por el aumento de
parámetros tales como el peso y la estatura. Multiplicación o aumento de la
célula.
CRECIMIENTO
HUMANO:
Según De Tonni existen 8 períodos.
o NEONATAL: (recién nacido) Alcanza las dos
primeras semanas de vida.
o PRIMERA INFANCIA: (infancia) Período que abarca
los 2 primeros años de la vida y que se divide a su vez en dos sub-períodos:
- Edad del Lactante.
- Edad del Destete.
o SEGUNDA INFANCIA: (niñez) Incluye de los 2 a los 6 años; si bien se
aplica preferentemente de los 2
a los 4 años se denomina “edad del párvulo” a la comprendida entre los 4 a 6 años.
o TERCERA INFANCIA: (puericia) Comprende de los 6
años hasta el inicio de la crisis prepuberal; también denominada “edad del muchacho”. Aunque las
diferencias pueden ser amplias se acepta su límite entre los 11-12 años en los
chicos y 10-11 años en las chicas.
o PUBERTAD: (edad juvenil) engloba hasta
los 15-17 años.
o
ADOLESCENCIA: (joven) Abarca hasta el final
del crecimiento (18-25 años) fenómeno que tiene lugar cuando se sueldan los cartílagos
de conjunción.
o
EDAD
ADULTA:
(madurez) Abarca de los 25 a
los 50 años en las mujeres y hasta los 60 en los hombres.
o
VEJEZ: Este período sobrepasa las
edades anteriores y cuando supera los 80 años se habla de longevidad e incluso
decrepitud.
DESARROLLO: Hace referencia a los cambios
que sufre el ser humano a lo largo de su existencia. No es un término parcial
ni opuesto a los anteriores, el desarrollo humano está en estrecha relación y
estructuración recíproca con el medio ambiente. Es la aparición y ampliación de
las capacidades para funcionar en niveles cada vez más altos. Desenvolvimiento
de dotes naturales tanto físicas como psíquicas.
DESARROLLO MOTOR: Según
Schilling (1977) Es un proceso de adaptación que determina el dominio de sí
mismo y del ambiente, pudiendo ser capaz, el individuo, de utilizar sus
capacidades motrices como medio de comunicación en la esfera social. Proceso en
el que se manifiesta una progresiva integración motriz que comporta diversos
niveles de intervención y aprendizaje.
LA FORMACIÓN MOTORA
A nivel
de análisis la formación motora integra a la formación perceptiva, orgánica
funcional y corporal-postural constituyendo el último aspecto de la FORMACIÓN FÍSICA
MOTRIZ. Analizar este eje en sí mismo es facilitar el desarrollo didáctico.
La
Formación Motora
se refiere al adecuado desarrollo de las principales funciones y esquemas motrices predeterminados por la
naturaleza humana: desplazarse, tomar el peso, cambiar el peso, rebote, saltar,
girar, balancear, pasar, recibir, frenar, golpear, entre otros. Estos no se dan
aislados, sino dentro de la motricidad general o de la específica.
Como resultado que va de lo filogenético a lo
ontológico y está estrechamente vinculado al “sistema nervioso”; su desarrollo
supone un proceso racionalmente sistematizado y relacionado con los procesos de
maduración, crecimiento y aprendizaje.
Cuando
nos referimos al desarrollo de una capacidad describimos un carácter potencial,
una posibilidad, una energía a canalizar, una predeterminación genética, que se
manifestará en la medida de que exista una “adecuada estimulación”.
La Formación
Motora
está altamente correlacionada con la Formación Perceptiva
y en determinados niveles de análisis, podemos hablar de la “Formación Corporal
Perceptiva Motriz” como aspectos integrados. Ésta supone:
o El desarrollo, exploración y
reconocimiento de las principales capacidades de la motricidad humana.
o El acrecentamiento de nuevas y
variadas formas de movimiento, ricas en cantidad y calidad como experiencias
psicomotrices.
o El perfeccionamiento de los
esquemas motores disponibles para el ajuste del acervo motor.
o La eliminación de las
“estereotipias”, es decir todo aquello del acervo motor que sea artificial, que
ha perdido sentido, significación y eficiencia; que no sea instrumental -
operativo.
o El alcance de una “buena forma”
en los movimientos, la adecuada adaptación del acervo motor al objetivo.
Si
analizamos evolutivamente el Desarrollo Motor, observamos que desde la
gestación y a lo largo de toda su vida, el sujeto experimenta una serie
articulada de cambios sucesivos. Al conjunto de cambios constantes e
integrativos que realiza el hombre en una dirección provocada por una acción
intencional de la educación lo denominamos “proceso educativo”.
En
este proceso intencional educativo podemos distinguir grandes fases o etapas de
la formación motora. Son lo suficientemente observables y en consecuencia
descriptibles.
Para
que la capacidad motora sea desarrollada debe ser estimulada por un proceso de
enseñanza y aprendizaje que debe ser:
- Adecuado a las posibilidades de
rendimiento total del educando.
- Instrumentado eficazmente por el
docente en situación de aprendizaje constructivo.
Es
decir un proceso sistematizado-estructurado, flexible-variado, regulable-
dosificable y progresivo con una clara finalidad.
FASES DEL
DESARROLLO MOTOR
1°
Fase: “Movimientos Reflejos”
Esta
primera etapa del desarrollo motor ofrece información acerca de la evolución y
maduración neurológica del bebé, período constituido por los reflejos predeterminados;
que desde el nacimiento hasta los 4 meses se manifiestan fundamentalmente como
respuestas automáticas con que dota la naturaleza humana al niño; son
movimientos no controlados subcorticalmente. Los reflejos de succión, de
prensión, natatorio, de la marcha anticipan las capacidades-habilidades
fundamentales.
2°
Fase: “Habilidades motoras elementales”
Abarca
aproximadamente desde los 4 meses hasta los 2 años, algunos reflejos persisten
hasta cerca del año de vida, pero los considerados determinantes en el normal
desarrollo comienzan a dar paso a la capacidad
Las
nuevas propuestas de estimulación perceptiva-motriz-maternal permiten descubrir
un nuevo y sorprendente campo de exploración. La gran plasticidad del sistema
nervioso nos obliga a estar sumamente pendientes de que “la estimulación sea la
adecuada” para el saludable desarrollo del niño. Los movimientos que aquí se
presentan están directamente relacionados a:
§ La función de ajuste y
estabilización corporal.
§ El desarrollo de la prensión y la
manipulación en general.
§ El perfeccionamiento de la
locomoción elemental hasta la marcha controlada.
3° Fase: “Habilidades motoras
fundamentales”
Comprende de los 2 años hasta
alrededor de los 7 u 8 años. Integran y contienen las habilidades elementales,
continúan acrecentándose y perfeccionándose en relación al desarrollo de otros
aspectos de la
Formación Física - Motriz.
Es común observar personas que,
superan ampliamente esta referencia cronológica, aún no han desarrollado estas
“habilidades fundamentales” de la motricidad en general. Las mismas constituyen
las bases de la motricidad humana y brindan:
§ Un anclaje a las futuras
estructuras técnicas del Deporte y la
Danza.
§
Una
red de experiencias y estructuras motrices lo suficientemente ricas para enfrentar
nuevas situaciones.
§
Posibles
conexiones y mayores alternativas para establecer relaciones, en el futuro,
entre Habilidades Fundamentales y Específicas, constituyendo un acervo motor
más variable, rico y creativo.
4° Fase: “Habilidades motoras
específicas”
Óptimamente esta fase se extiende
desde los 7/8 hasta cerca de los 14 -15 años. Significa el mejor momento para
desarrollar estas habilidades, aunque existe una clara tendencia a ampliar esta demarcación temporal en ambas
direcciones.
Hoy observamos que los niños se
ven incentivados para aprender antes y después las habilidades motoras
específicas, y que indudablemente la influencia del mundo el deporte y en
especial los medios de comunicación, ofrecen gran información concerniente a la
representación mental de éstos, acelerando el desarrollo voluntario y la
aparición de estas culturales formas de movimiento.
5° Fase: “Habilidades deportivas
especializadas”
Comienzan a surgir desde los 14
-15 años, y también antes. Se prolongan diferencialmente y las mismas están
determinadas por las exigencias del deporte y la longevidad del deportista.
No todos alcanzan esta fase de
desarrollo, quienes realizan estas habilidades deportivas especializadas son
sujetos con cierta aptitud y un adecuado proceso de preparación total por medio
del entrenamiento, por lo tanto se realizan en el camino del “deporte de alto
rendimiento”.
Las habilidades motoras
fundamentales continúan igual e íntimamente relacionadas a éstas, sobre todo en
aquellos deportes de situación cambiante o de habilidades motoras abiertas.
Las capacidades motoras de mayor
predominio con la formación perceptiva- motriz son:
§ La coordinación.
§ La agilidad.
§ El equilibrio.
§ La velocidad.
§ El ritmo.
La habilidad motora es la
expresión final de la conducta motora, integrando las tres áreas de la conducta
(psicomotriz – cognitiva – socio afectiva) culmina en ella el proceso
Perceptivo-Motor-Orgánico-Corporal-Postural.
Ya que el hombre nace con
múltiples posibilidades o predeterminaciones genéticas y congénitas, incluso
con una cultura motriz genética; la capacidad representa lo potencial, lo
hereditario, las posibilidades humanas predeterminadas por la naturaleza.
Por ende, las habilidades motoras
son la manifestación observable de la capacidad.
La habilidad infiere y desarrolla
capacidad, es observable, se perfecciona y se evalúa. El desarrollo de la
capacidad-habilidad depende fundamentalmente de las posibilidades de
estimulación que el sujeto recibe a lo largo de su vida. La cantidad, calidad,
momento, frecuencia y periodización en general determina, de modo importante,
el grado de desarrollo de la habilidad.
Existe otro concepto relacionado
al de capacidad – habilidad que es el de “aptitud”. La aptitud es esa especial
facilidad o disposición que se tiene para el aprendizaje en determinado campo o
área. Se manifiesta en esa velocidad de integración y superación de los
niveles, que generalmente se realiza con placer. Cuando hablamos que se tiene
aptitud lo relacionamos con el talento.
Hemos analizado los aspectos de la Formación Física Motriz
que se integran y surgen en la habilidad motora como expresión final,
observable y operativa de las capacidades del hombre. A partir de estos
aspectos:
ü
Se
formulan objetivos,
ü
Se
seleccionan contenidos,
ü
Se
crean y organizan actividades,
ü
Se
instrumentan los criterios metodológicos, principios y recursos
ü
y
finalmente los criterios de evaluación.
Esta sistematización permite
sustentar una didáctica de la Educación Física diferente, oponiéndose al
concepto de que “su finalidad es desarrollar exclusivamente capacidades
físico-motrices en función del cuerpo-movimiento”, pobre enfoque mecanicista y
parcializado en una actual perspectiva de la educación, que ubica al hombre
como unidad en situación.
Mientras el hombre se mueva están
implícitas las áreas socio-afectiva y cognitiva, pero debe haber una deliberada
intencionalidad en desenvolver simultáneamente una capacidad motora y, por la
situación de enseñanza aprendizaje, desarrollar las socio-afectivo – cognitivas.
Pero aún no es suficiente porque,
mientras estimulamos lo psico motriz y socio-afectivo por el movimiento,
debemos formular también intencionalmente objetivos relacionados con el dominio
cognitivo. Debemos por el movimiento apoyar el desarrollo del pensamiento, a
que el alumno se informe, comprenda, aplique, analice, sintetice y evalúe sus
procesos – capacidades con la inteligencia.
Existirá una verdadera Educación
Física superando el concepto de educación por el movimiento, integrando y
reemplazándolo por “educar al hombre por el movimiento”.
Este
enfoque nos resulta de gran utilidad porque nos permite plantear:
a)
El
quehacer de la
Educación Física.
b)
La
presentación de la aptitud física-motriz de los adultos y de la tercera edad,
en función de la salud y la calidad de vida.
c)
La
preparación del deportista, que por medio del entrenamiento pretende alcanzar
el alto nivel competitivo.
Unidad Nº 4
La clase
La fundamentación teórica culmina en la adecuada organización de la clase. Ninguna teoría educativa es efectiva si no se concreta en el acto mismo de enseñar y aprender.
PLANTEO GENERAL
En esta Unidad se
destacan algunos aspectos que hacen a la
puesta en marcha de la clase y que sustentan la filosofía educativa que orienta nuestro trabajo. Enumeraremos
primero estos factores, para llegar
luego, al análisis particular de cada uno
de ellos.
Los factores considerados son:
Presentación: 1)
traslado,
2) organización inicial.
1)
límites,
2) distribución
del grupo,
Espacio: 3)
distribución del material,
4) medidas de seguridad.
Tiempo: 1)
momentos de la clase,
2) centro de interés.
1) preparación previa,
2) reparto y orden,
Recursos: 3) cantidad-calidad,
4)
medidas de seguridad.
1) ubicación del maestro,
2) vocabulario,
3) consignas,
Conducción: 4) actitud,
5) resolución de situaciones límite,
6) control.
1) incentivación,
2) contenidos-actividades,
3) relaciones de comunicación-estrategias,
4) gradación-progresión,
Proceso
en acción: 5) enseñanza-aprendizaje: corrección, técnica,
6) entusiasmo,
7) dosificación del esfuerzo.
1) naturalidad,
2) espontaneidad,
Clima
de la clase: 3) alegría,
4) individualización,
5) respeto.
Ritmo: 1) dinamismo,
2) continuidad,
3) intensidad de las
ejercitaciones: cantidad, calidad, complejidad.
Aprovechamiento 1) logro de propósitos y
objetivos,
y
resultados: 2) contenido educativo.
PRESENTACIÓN
Se trata de la forma en la que el docente encara la
tarea. Dentro de este aspecto diferenciamos:
Traslado
Es indispensable que los niños
se trasladen juntos al lugar de trabajo. En principio por una razón de orden y, fundamentalmente, porque toda
situación educativa implica la
necesidad de que el grupo se predisponga simultáneamente a participar en ella.
Creemos que este aspecto tantas
veces descuidado debe ser considerado por el docente en su verdadero significado: la clase- comienza desde
el momento en que los alumnos y el maestro se encuentran.
Organización inicial
Nos referimos a la presentación y refuerzo de
consignas y hábitos de orden, fundamentales
para el buen desarrollo de la clase. Significa un momento breve de encuentro entre los participantes de la
clase y la presentación de los
contenidos, en que además pueden recibirse propuestas del mismo grupo. Muchas
veces, este momento de encuentro pasa por un vínculo no centrado en la misma
clase, sino en la comunicación de situaciones personales que deben ser
escuchadas por el docente de Educación Física, que comparte un tiempo más restringido con los niños. La propuesta es un cambio de actitud: ninguna
conversación del niño es nimia; todas implican un mensaje que el maestro debe
aprender a leer, en una actitud siempre ávida de conocer la realidad del
alumno, sus intereses y necesidades.
En otro orden de cosas, éste es
el momento en el que los
alumnos conocen el contenido central de la clase: las actividades no deberán salir
como "un conejo de la galera" ni
convertirse en un aspecto misterioso, sólo desentrañable por el maestro. El conocimiento e inclusive
la participación del niño en la elaboración y elección de las tareas, lo compromete
con mayor intensidad en la búsqueda de los objetivos,
y beneficia el aprendizaje.
Está relacionado con el lugar
de trabajo, cuyas características pueden condicionar
el desarrollo de la clase.
Límites
La delimitación correcta del espacio de trabajo se hace más
indispensable cuanto más pequeño son los niños. El poco ajuste al espacio del
niño, de las primeras etapas, transforma
al patio en un "lugar infinito" en el cual circulará desordenadamente, perdiendo la clase su
contorno. La limitación del espacio
también está condicionada por los contenidos elegidos, las características del grupo, la cantidad de alumnos y las
razones de seguridad.
Distribución del grupo
Creemos
que las clásicas formaciones en "damero" o líneas deben ser dejadas
de lado toda vez que no sean indispensables para la seguridad o el tipo de tarea a desarrollar. Es conveniente originar
nuevas formas de distribución en el espacio, coherentes con los
criterios de libertad y creciente autonomía que
fundamentan la tarea. Se debe orientar a los niños para que cada uno encuentre
su propio espacio con independencia, sabiendo que dicho lugar debe ofrecerle la posibilidad de observar al
conductor de la tarea, así como permitirle una buena ejecución.
Esto modifica tanto el accionar del docente durante la conducción como
la atención de los alumnos a las
consignas que aquél proponga desde los distintos lugares. Este criterio de búsqueda individual del propio
espacio, que satisfaga las necesidades de la acción, es decir que
sea suficiente, seguro y cómodo, garantiza
un verdadero aprendizaje de lo espacial en todos sus aspectos, tal como se
señala en el Capitulo 4
Distribución del
material
En
relación con éste aspecto es necesario tener presente el tipo de actividad que
se realizará y el espacio necesario para su desarrollo. En algunos casos, el
material a utilizar es atractivo y original, pero su distribución poco
funcional en el lugar de trabajo no permite su total aprovechamiento, llevando
la actividad al fracaso.
Particularmente en el caso del trabajo que haya que esperar turnos
para e! uso del material (saltos a la soga, equilibrios,
destrezas), es aconsejable señalar con
líneas de partida el lugar de espera, ya que la dificultad de los niños en el
manejo del espacio, y la ansiedad por realizar rápidamente las tareas, hacen que se agrupen frente a él de manera
inadecuada. Esto trae como
consecuencia la realización simultánea de la misma actividad por varios
niños con el consiguiente riesgo de golpes y mala ejecución. La adquisición de buenos hábitos respecto del
material en las primeras edades
garantiza un accionar autónomo en las etapas siguientes.
Medidas de seguridad
Durante la clase, a partir de la
misma actividad planteada, pueden ser muchas las oportunidades en las que la seguridad del alumno corra
riesgos. Creemos que nunca será
suficiente insistir en e! cuidado especial que el docente debe dedicar a la prevención de accidentes en la
clase. Un niño golpeado en situaciones que pudieron evitarse puede
transformarse en un niño bloqueado seriamente para
disfrutar de la actividad y para comunicarse con los demás a través del
movimiento. La seguridad en la clase se
relaciona con un adecuado aprovechamiento y uso del espacio en relación con la distribución del grupo, se usen o
no pequeños elementos o aparatos. También tiene que ver
con la emisión clara y oportuna de consignas
al respecto por parte del profesor, así como con el esfuerzo que éste ponga para concientizar a los
alumnos con respecto al cuidado del compañero y de sí mismo.
La circulación de un grupo
numeroso por un lugar de trabajo no siempre proporcionado
al número de participantes torna indispensable un buen aprendizaje de lo espacial. Propugnamos la búsqueda de
formas libres aun dentro de las
limitaciones que plantea la realidad.
TIEMPO
Está relacionado con la duración de las actividades
a lo largo de la clase.
Momentos de la clase
Cualquiera de las diversas teorías analizadas desde
el punto de vista didáctico coincide en enunciar una
secuencia o devenir lógico de los contenidos dentro de la clase. Es fundamental prever la asignación de tiempo para
cada uno de estos momentos, de
manera tal que cumplan con los propósitos planteados por el docente.
El orden y la duración de estos
dependen fundamentalmente de factores psicológicos
fisiológicos.
Dentro de los primeros importa considerar, en la distribución del
tiempo, los intereses de las diferentes edades en relación con lo motriz. Así
aseguraremos la participación atenta de
los alumnos de manera más intensa y duradera. El ajuste de las actividades a los intereses de los niños
generará además la lógica alegría en la participación, que alcanza
picos máximos en la iniciación y en el momento
final con los juegos. Dentro de los segundos debemos
considerar el estímulo de las funciones orgánicas y los grupos musculares fundamentales. Básicamente, la curva
de esfuerzo tendrá una intensidad creciente en sentido
ascendente y alcanzará su nivel máximo en la parte principal de la clase, para
decrecer progresivamente luego de los juegos de desarrollo. En todos los
niveles, el principio fisiológico de
alternancia de los esfuerzos debe cumplirse con una sucesión de momentos
de trabajo intenso, con otros de relajación o pausas de recuperación activa.
Centro de interés
Podemos considerar este
aspecto como un emergente del interés circunstancial del grupo. Este puede
originarse tanto desde los mismos niños como desde estímulos externos. Lo
importante es estar atento para percibir dichas propuestas del grupo y satisfacerlas en lo posible, ya que el maestro
debe tener en cuenta no sólo los intereses de los niños sino también las tareas
necesarias para su desarrollo
integral.
Generalizando, los intereses de los niños pasan en
una primera etapa por el conocimiento y dominio de los
objetos y el espacio; en una segunda etapa, por la práctica intensa y demostración de las destrezas logradas y,
finalmente, por la inclinación hacia
las actividades deportivas. El foco de interés del grupo no siempre es
accesible de manera directa. Así sucede, por ejemplo, con el entusiasmo que
generan los deportes. Los niños quieren jugarlos sin
ejercitar actividades tendientes a mejorar su aptitud física y motriz para ello. La capacidad del buen docente
residirá en lograr que los pasos que
conducen a los centros de interés despierten la misma
atracción que aquellos.
Una vez más la flexibilidad debe ser la constante en el manejo
temporal de los momentos de la clase, lo
que permite al docente otorgar mayor duración a las actividades que despierten el interés en el grupo, así como a aquellas cuyo
desarrollo sea necesario para beneficio del proceso de aprendizaje.
RECURSOS
Se trata del adecuado empleo
del material didáctico que se utilizará en la clase.
Preparación previa
El maestro no debe desperdiciar momentos preciosos
de su clase en la búsqueda del material a
utilizar. Éste deberá estar preparado antes del comienzo de la
sesión
y ordenado espacialmente en el lugar
más adecuado.
Reparto y orden
El maestro no debe
transformarse en el utilero de la clase, sino que debe revalorizar esta actividad, ofreciéndoles a los niños la posibilidad de
desarrollar hábitos de orden, así, como una
actitud responsable frente al cuidado y la conservación del material.
Esto va más allá del mero mantenimiento; además,
tiende a desarrollar en los niños un
valor fundamental: el respeto por el
bien común.
Existen formas convenientes de repartir el material
que el maestro debe experimentar y, finalmente, seleccionar para evitar los
amontonamientos, la pérdida de tiempo y los posibles accidentes. Previamente a la distribución del material deben
darse consignas con respecto a la actividad a realizar. Esto evitará esperas,
con niños forzadamente estáticos,
desorden con niños que realizan múltiples actividades o desconcierto con niños que no saben qué hacer.
Cantidad y calidad
En cuanto a la cantidad, debe ser la
adecuada para asegurar a todos los niños la repetición suficiente de ejercitación y, para que se
produzca el aprendizaje motriz en un tiempo
razonable.
En el caso de los pequeños
elementos se debe contar por lo menos con uno por integrante del grupo. Esta necesidad no puede obviarse por razones
de índole económica, ya que los
elementos utilizados en Educación Física Infantil (sobre los que se hacen
numerosas sugerencias en el Capitulo 14 de la segunda parte) son de mínimo o ningún costo para un maestro interesado. En relación con el trabajo de los más pequeños,
conviene recordar su fuerte sentido
de posesión y su necesidad de apropiación del objeto, por l0 cual es preferible que cada uno cuente
con el suyo durante la actividad. Esto no significa (como es común observar en
as escuelas) que cada niño deba participar en la clase con su material marcado y retirarse con él.
Nuevamente apelamos al buen criterio del
maestro, quien sabe que enseñar a compartir forma parte de su acción docente.
En relación con la calidad, la
confección de los elementos debe asegurar un uso intenso de los mismos sin deterioros. Nada más afligente que
observar a un niño que, en medio del
entusiasmo de la actividad, comprueba que no puede continuarla porque su pequeño elemento se ha roto. Es
conveniente la participación de los niños, en la medida de sus posibilidades, en la confección de recursos materiales no convencionales
(pelotas de trapo, redes, paletas,
etcétera).
Esta tarea permite:
Desarrollar valores de
cooperación para con su grupo u otros;
Valorar adecuadamente el material y, por lo tanto, su cuidado y uso oportuno;
Generar la transferencia de su aplicación en situaciones no formales,
asegurando mayor ejercitación, y
variadas y adecuadas formas de recreación.
Medidas de seguridad
Este aspecto está muy
relacionado con el apartado D.2.: "reparto
y orden" del punto 9.1. Se debe
cuidar:
- que durante la actividad el espacio entre los
integrantes del grupo sea suficiente como para realizarla sin riesgos;
- que en el caso de actividades
conjuntas (como lanzamientos a distancia), éstas se realicen en una misma dirección y en un orden previamente establecido;
- que en el cambio de actividad los elementos
utilizados queden adecuadamente
ordenados, sin obstaculizar el lugar de trabajo.
CONDUCCIÓN
Este aspecto está relacionado
con la acción del docente durante la sesión de trabajo
Ubicación del maestro
Es importante tener presente
que el maestro debe poder observar a todos y cada uno de los niños al mismo tiempo. Esto se logrará evitando la ubicación
del docente sobre un único frente y desplazándose por el espacio, salvo en
las actividades en las que necesite una perspectiva especial como en juegos, deportes, lanzamientos.
Estos señalamientos, que pueden parecer obvios,
aseguran el desarrollo de la clase en relación con la disciplina, la
ejecución, la corrección y, en
definitiva, el total aprovechamiento de la tarea.
Vocabulario
Abordaremos este aspecto desde
dos perspectivas: la comunicación oral y el vocabulario técnico.
En relación con la primera es importante recordar
que el maestro debe comunicarse con
los alumnos con un nivel: de lengua coloquial pero cuidado. Entendemos por cuidado la expresión depurada de
chabacanería, libre de la jerga de determinados
grupos de duración pasajera. La lengua también constituye
un bien de la sociedad que se expresa con
él y corresponde al docente, como modelo,
conservarlo vivo pero depurado. Por
supuesto que no propiciamos que la comunicación
con los niños tenga un matiz barroco. Las palabras deben poseer
su justo significado v no enmascarar con su confusión buenas ideas ni tampoco encubrir significados
contradictorios o con doble intención (ej.:
"Hablo yo o pasa un carro" "El que no trabaja se las toma"). El uso adecuado de la lengua delimita también el
rol docente. Es frecuente observar
maestros que se comunican con sus alumnos adolescentes utilizando la jerga del grupo de pertenencia de ellos,
creyendo que esta forma de decirse los acerca y
atrae. Las consecuencias son contrarias a lo buscad,
ya que lo que provoca es confusión en el grupo, que no alcanza a deslindar marcos de referencia de cada rol.
El uso peyorativo de motes o apelativos tampoco debe
formar parte del vocabulario del docente, quien
además deberá reflexionar con el grupo sobre la carga afectiva que estos significan.
En cuanto al vocabulario
técnico, es deseable que sea preciso y que se adquiera progresivamente, de acuerdo con las posibilidades de registro
de cada uno de los niveles, así como
ocurre con el resto del lenguaje. Respetando este criterio, no es conveniente
la tendencia a disfrazar expresiones técnicas con nombres de animales u objetos, por respeto al principio de realismo que sostiene la conducta infantil, y para no forzar su
"fantasía cinética" que es diferente en tiempo y representación de
la que sustenta el docente, Menos aún inventar palabras que impliquen el mismo significado. Podríamos
concluir este
punto diciendo, tal como lo afirma E. Labinowicks, que el maestro debe evitar la tendencia a adulterar el
pensamiento infantil.
Consignas
Entendemos por consigna la
forma de proponer las tareas, asi como las situaciones relativas al orden, la disciplina y la organización general de la clase.
Toda consigna debe responder a los siguientes requisitos:
- ser clara y precisa;
- ser acorde a las
posibilidades de interpretación de los niños;
- establecer un
nexo coherente con el objetivo:
- no rebasar la capacidad de memoria cinética ni de
elaboración por parte de los niños;
- ser lo suficientemente
amplia como para permitir ejercer la capacidad de resolución de problemas;
- estar enunciada
de tal forma que no incluya conceptos contradictorios.
Las consignas no son sólo auditivo-verbales: también pueden ser
sonoras o visuales. Los requisitos
previamente enunciados son válidos para cualquier caso.
Actitud
La actitud es un estado de predisposición positivo o
negativo del individuo con respecto a personas, objetos,
ideas o hechos. Otorga dirección a la conducta. Al
referir este tema a la conducta docente, queremos destacar fundamentalmente las actitudes positivas que permitirán al
maestro vincularse, interpretar y
accionar adecuadamente en su rol. Las
actitudes positivas son altamente creativas y allanan las dificultades que, sin duda, aparecerán día a día. Entre dichas actitudes privilegiamos las de respeto, optimismo, responsabilidad, entrega, búsqueda
de perfeccionamiento, solidaridad.
Todas se manifiestan en la relación del docente con la institución, el grupo de pares, los alumnos y la
actividad. En la escuela de
hoy, el aprendizaje de actitudes positivas constituye un objetivo primordial. Si éstas se aprenden por las
experiencias vividas y, muy especialmente,
por un proceso de identificación con modelos adecuados, surge claramente la importancia que las actitudes de
los docentes ejercen en la formación de la personalidad de
los alumnos. Es preocupante observar a docentes en actitudes
indiferentes, abandónicas, displicentes y
poco productivas que obligan a considerar sobre el acierto en la
elección de la profesión. Frente a esto proponemos un acto de
análisis reflexivo que lleve a la toma de
conciencia de esta situación, profundizando sobre las causas que la originar, y modificando la conducta.
Resolución de situaciones límite
El maestro deberá ejercer su
conducción no sólo en el desarrollo normal de su tarea, sino también en la
resolución de situaciones límite. Entendemos
por situaciones límite aquellas que salen del marco esperado de la clase:
golpes, desmayos, accidentes imprevistos con el material, alteraciones emocionales de los niños, emergencias. Frente a
ellas se espera una reacción del maestro, serena
pero decidida, que no agrave la situación por la que se atraviesa.
No existen fórmulas
preestablecidas de acción. Sólo el buen criterio del docente, su formación profesional y una adecuada
evaluación de la situación le permitirán resolverlas
eficientemente.
Control
Para conducir cualquier
actividad, el maestro deberá convenir con el grupo normas referidas al orden, las salidas de la clase, el uso del
espacio, el respeto del silencio y el turno para
opinar.
En el campo de la relación: docente-alumnos (así como en cualquier
otra relación social), la fijación de
límites es fundamental. Esto de ninguna manera significa una actitud inflexible o represora ante las posibilidades de
los alumnos. Muy por el contrario, los limites establecen marcos de referencia
dentro de los cuales el juego de
roles se desarrolla integralmente. Los
adultos deben ejercer su autoridad para ofrecer un medio físico y psicológico estable. Lo importante, frente a lo que
generalmente se cree, no es el límite
sino el modo de proponerlo al grupo. El análisis del control de la clase nos lleva a reflexionar sobre el planteo
de la autoridad. Desde nuestro enfoque, la autoridad no es un poder
absoluto, sino un instrumento delicado
que, empleado correctamente, ayuda a la maduración del niño y a su desarrollo moral. Dice André Bergé: El error pedagógico más serio será
conceder valor a la autoridad
en sí, es decir, considerarla fuera de su función legítima (...) La
autoridad no posee valor verdadero
sino en la medida en que se ejerce en el sentido de la vida del educando. Lo que lo hace verdadero es que la
persona que la ejerce está al
servicio de los intereses de aquellos sobre los que se ejerce (...)
Debemos asimismo considerar
que, también en nuestras clases, pueden apreciarse los riesgos y las
dificultades en el ejercicio de la autoridad, frecuentemente por exceso y otras veces por defeco.
Exceso
El profesor debe ejercer control
sobre sí mismo, juzgar con objetividad, moderación y con una gran claridad respecto de los fundamentos de su
acción pedagógica. El autoritarismo es
un mal observado, un abuso en que la autoridad queda a merced de los intereses y beneficios de la persona que
la posee y no apunta a promover la
maduración y la autonomía moral de los niños.
Por otra parte, el autoritarismo
genera reacción y la aparición de inesperados mecanismos de defensa: si hay una personalidad ajustada y cierta
formación reflexiva y crítica, el
niño se rebelará de diferentes maneras ante un profesor. Pero si no la tiene, el alumno se
doblegará ante él y será en apariencia
el "dócil", el “bueno", pero buscará la revancha. Quizá, en un deseo natural de autoafirmación, posteriormente
tenderá a imponerse por la fuerza y no a razonar sobre los
hechos, demostrando así el grave daño educativo recibido.
Defecto
Los profesores que, adoptando supuestamente modernos criterios psicológicos, ''lo permiten todo", creyendo acercarse al niño de este modo o buscando
su adhesión con concesiones inoportunas para su edad, entorpecen su proceso de maduración y su conciencia respecto de los límites de la vida. Se comprueba así cierto infantilismo psicológico,
caprichos y los famosos "trueques'' (“Te dejo
hacer esto si vos..."), que no ubican al profesor en su Verdadero rol de adulto responsable y maduro. Así,
no ofrece a los niños una imagen coherente que surja como referente de sus posibilidades de acción. Desde esta óptica, el ejercicio de la autoridad
docente supone una premisa fundamental: los niños tienen derechos. Tienen derecho a su infancia, a su juventud, a sus amigos, a aprender y a ser
respetados en sus tiempos y gustos
personales, así como también a ciertas libertades e iniciativas propias que
favorecen la aparición de la moral autónoma.
En este sentido, la autoridad deberá ser
1-
Afectiva: como pone en comunicación a
personas, es fundamental que se genere una relación afectiva
positiva.
2-
Discreta: el diálogo, la reflexión y la consideración de
los hechos sólo pueden realizarse con la sutileza
propia de la relación pedagógica. Es fundamental abandonar los gritos, los desafíos públicos, las ironías y los castigos vergonzantes.
3-
Objetiva: la autoridad debe guardar una
relación coherente con los hechos
en cuestión. No debe remitir constantemente a situaciones pasadas o al estado de ánimo negativo del profesor, a veces
expresado mediante largos discursos rápidamente
olvidables.
4-
Compartida: requiere la clara
coparticipación del profesor y el alumno o del profesor y el grupo.
5- Educativa: no debe ser destructiva sino constructiva, demostrando
así la confianza del docente y la seguridad del niño respecto de la posibilidad
de rectificación de su conducta.
Vale aclarar que esta actitud también debe ser observada por el docente.
Por otra parte, es bueno recordar que la autoridad y su ejercicio no
son infalibles: reconocer un error ante los niños no es perder el control de
la clase, sino demostrar la ansiada
coherencia y la esperada sinceridad que debe poseer un buen docente. Se abandona así la imagen de "perfección
absoluta" que tanto daño ha hecho al sistema educativo. El control de la clase y el análisis de la autoridad nos llevan
entonces a asumir la concepción de sanción.
Siguiendo a autores como Piaget, C. Kamii y otros nos referimos aquí a un concepto renovado de sanción. Esta, la sanción,
dará la posibilidad a los niños de
iniciar y profundizar procesos reflexivos sobre su propia conducta para luego buscar acciones de reparación consensuadas.
En la aplicación de sanciones pueden establecerse tres etapas fundamentales:
Primera etapa
a- Dialogar con el niño acerca
de lo ocurrido.
b- Solicitar una toma de
posición sobre los hechos.
c- Invitar a una reparación de
aquellos.
Segunda etapa
a- Promover la participación del
grupo en el análisis de los hechos.
b- Invitar a una decisión grupal
sobre las acciones a seguir.
Tercera etapa
a- Tomar una decisión directa,
desde el adulto, respecto de las acciones y el camino a seguir.
A partir de estos conceptos, queda claro que los
límites, que en muchos casos dependen exclusivamente del
maestro, pueden en otros partir del mismo grupo, tanto en la elaboración como en la aplicación. La censura
por parte de los coetáneos es mucho
más efectiva que la que proviene de los adultos. ¡Cuántas veces hemos visto a grupos de niños sancionar
adecuadamente a quienes no cumplen con
las reglas de un juego!
Aun cuando haya una acción
coercitiva por parte del maestro, éste puede reducir al mínimo la coacción, permitiendo al niño un margen de
libertad dentro del cual haya una
elección autónoma. Por ejemplo: "Molestaste a tus compañeros en la clase. Sentáte un rato hasta que
seas capaz de estar tranquilo". El profesor, en
estas circunstancias, le permite decidir al alumno el momento de reintegrarse a la clase.
Este control no sólo tiene que
ver con la aplicación de límites, sino que también se refiere a la permanente atención que el docente debe tener sobre
el grupo y cada uno de sus integrantes, en todos los momentos de la clase.
b- Proporcional: el docente debe reflexionar sobre la trascendencia de
los hechos antes de promover una situación de
sanción al grupo.
PROCESO EN ACCIÓN
Se refiere a las variables que
debe tener en cuenta el maestro al poner en marcha la clase.
Incentivo
Para comenzar el análisis es
imprescindible delimitar dos conceptos: motivación e incentivo.
Se considera motivación el
proceso interno, propio del individuo, generador de la energía que da dirección e intensidad a su comportamiento. Depende
de los intereses y necesidades de aquél y condiciona los procesos de
aprendizaje. El incentivo comprende
los estímulos externos al individuo y que
despiertan su motivación, por lo
tanto proviene de fuerzas ambientales donde se destaca la actividad del maestro. Lo importante será
que éste aplique los incentivos que
coincidan con la motivación propia de cada etapa.
Algunas premisas
importantes del incentivo:
- debe incentivarse al niño en todas las fases del aprendizaje y no
solamente en la inicial;
- el elogio es
superior a la censura, aunque conviene recordar que el elogio indiscriminado y exagerado terminará por
transformarse en un estímulo indiferente (por ejemplo, decir que todas
las ejercitaciones están "muy
bien", cuando en realidad los niños pueden percibir los errores);
- la competencia puede ser un elemento incentivador,
pero no manejada neuróticamente ni en
forma excluyente durante la clase. En este sentido, recordamos que la autocompetencia es un incentivo
muy positivo que debe ser recuperado
para la clase;
- el valor de la experiencia del
éxito, sobre todo en las fases iniciales del aprendizaje, es un poderoso
incentivo. De todos modos, en ciertos casos, el fracaso actúa como estímulo si el niño no lo interpreta como
definitivo e insuperable.
- el efecto de Zeigarnik o "esfuerzo en suspenso" o "tarea interrumpida", tal
como la denomina J. Bruner, actúa como
factor incentivador. En Educación Física aún existen tendencias que no han visto
con claridad la aplicación de tal efecto e insisten en desarrollar un único
contenido en toda la clase. Se ha comprobado
que un aprendizaje organizado en períodos de trabajo a los que
se suceden intervalos, se graba mejor, y es más duradero. Lo que facilita el intervalo es la recapitulación mental o
proceso de in-sight,
poco aprovechado en el
aprendizaje motor, tanto por escaso conocimiento del tema como por una urgencia en el logro del dominio de
los movimientos; la reiteración de
actividades y juegos que ya se realizan con eficiencia es otro de los factores
destacables de la incentivación. Nada estimula más a aprender que el goce que proporciona detenerse en
aquello que se domina.
Contenidos y actividades
Clásicamente los criterios de selección de los
contenidos son tres: psicocéntrico, logocéntrico y sociocéntrico. Esta
caracterización también es totalmente válida para la Educación Física.
- Criterio
psícocéntrico: tiene presentes las
características, los intereses y las necesidades del niño, tanto como sus
posibilidades de captar la información
ofrecida.
- Criterio
logocéntrico: está relacionado con la
estructura de la
Educación Física como disciplina curricular. Se basa en las
gradaciones y progresiones de las conductas
motrices.
- Criterio
sociocéntrico: se corresponde con la teoría del "aprendizaje para la vida", orientando la selección de
contenidos que faciliten la inserción de los
alumnos en la sociedad en que les toque vivir.
También existen criterios de
selección de actividades:
- deberán adecuarse al nivel madurativo del niño:
- deberán ser variadas: diferentes actividades pueden conducir al logro del mismo objetivo;
- deberán propender al logro de conductas socio-afectivas
positivas.
- deberán estimular el
aprendizaje activo y la participación del mayor número posible de alumnos;
- deberán poseer la mayor especificidad, es decir referirse concretamente al logro del objetivo deseado;
- deberán asegurar un efecto
fisiológico suficiente, cumpliendo con la curva de esfuerzo adecuada a las distintas etapas.
Estrategias
Si bien en algunos casos se
considera estrategia
como sinónimo de método ésta es más operativa que aquél. Implica una
síntesis de ambos y significa e conjunto
de acciones y determinaciones que un docente toma en el dictado de la clase y que dan lugar a las llamadas
relaciones de comunicación. Por tener
aspectos constantes y personales finalmente constituyen el "estilo de docente"
Dentro de las estrategias
aplicables en Educación Física Infantil podemos mencionar:
1. Demostración.
2. Resolución de problemas o
tareas de movimiento.
3. Actividades exploratorias.
4. Recorridos.
5. Tareas rotativas.
6. Circuitos.
7.
Enseñanza reciproca.
1. Demostración. Es una
estrategia muy utilizada que consiste en la presentación de la actividad a
realizar a través de un modelo. Implica la imitación por
parte del alumno. Acelera la concreción del aprendizaje y requiere la
perfección del modelo. La
demostración no es conveniente en el caso de los aprendizajes psicomotores referidos a la
adquisición de nociones. Limita la posibilidad
de elaboración intelectual inmediata del acto motor.
2. Resolución de problemas o tareas de movimiento. Muy utilizada en los niveles que nos ocupan, enfrentan al niño con un problema motor a
resolver. La experiencia motriz previa delimita las características del
problema motor planteado por el docente y por consiguiente la resolución debe
ser evaluada en cuanto a ella. Hay formas de planteo de problemas
motores más abiertos y otros más cerrados.
Estos matices varían, por ejemplo, en este planteo referido al salto:
-"Prueben a saltar la
soga con un pie y caigan con
dos"
(Problema
más cerrado).
-"Prueben a saltar la soga de distintas maneras"
(Problema más abierto).
3.
Actividades exploratorias. Enfrentan al niño con el espacio y materiales concretos suficientemente estimuladores de su
capacidad cinética, para que él explore y elija conductas
motoras a desarrollar con ellos. Es una estrategia que
requiere del tiempo y la capacidad de espera del docente, que actúa como observador minucioso de los resultados de la
exploración. Esta acción le permite descubrir los centros de interés
motores de cada
niño tanto como del grupo, pudiendo sugerir durante el proceso
variables a la actividad.
4. Recorridos. Consisten en
una sucesión organizada de tareas a realizar. Requiere de un cálculo proporcional entre el número de actividades y la
cantidad de niños, tanto como de una adecuada selección
que cumpla con los criterios antedichos de dosificación.
5. Tareas rotativas. Consisten
en un planteo de actividades por sectores, por los cuales circulará el grupo permaneciendo en cada uno de ellos un
tiempo determinado. No existe un
número fijo de repeticiones. Sirve para:
-fijar aprendizajes realizados;
-aumentar la autonomía personal;
-como recurso cuando el material es escaso.
6. Circuitos. Es una
estrategia muy conocida aplicable al último ciclo de la escuela básica y sobre la que existe abundante
bibliografía.
7. Enseñanza recíproca. Es una
estrategia aplicable en distintos grados en los diferentes niveles. Su valor
reside en el refuerzo de la capacidad de observación, análisis y valoración del movimiento. Puede realizarse en
parejas o en grupos en los cuales un
miembro ejecuta la acción y el o los otros actúan como correctores, orientados por el docente.
Estas estrategias pueden darse
en forma pura o combinada entre sí. Por ejemplo, un recorrido puede realizarse por resolución de problemas o a
partir de la demostración. Las estrategias varían
también en relación con los recursos que seleccione el docente para su
implementación.
Gradación-progresión
Puede considerarse la gradación
como la línea inviolable en un proceso de aprendizaje, referida al ordenamiento de dificultades. Establece los
prerrequisitos indispensables para que
se produzca el aprendizaje siguiente. Desde el punto de vista de la evolución, por ejemplo, nadie aprende a
correr si antes no camina. La progresión es un camino, propio de cada docente,
suficientemente probado por su
experiencia, y que lleva al alumno a la adquisición de distintas habilidades motrices por ejemplo, progresión de
vertical. Es importante que el docente
tenga en cuenta estos dos factores tanto para respetar el proceso evolutivo de los niños como para aumentar la
eficiencia del proceso de enseñanza - aprendizaje.
Correcciones a la
técnica
Todos los movimientos poseen una
técnica correcta de ejecución sobre la que se deberá insistir, aun en las primeras edades.
Lo que variará, de acuerdo con el nivel de
comprensión de los niños, serán las formas de corrección a aplicar. Por ejemplo: "Caigan
sin hacer ruido" lleva implícita una corrección de tipo técnico comprensible para los niños desde el Nivel
Inicial. Se podrá decir luego:
"Caigan amortiguando el peso del cuerpo con flexión de rodillas".
La corrección debe realizarse
desde los aspectos generales del movimiento hacia los más particulares,
teniendo en cuenta que siempre debe indicarse una por vez.
El contacto con el ejecutante,
haciéndolo localizar perceptivamente
el lugar del error, refuerza la
corrección verbal. Por ejemplo, "Debes ubicar más adentro la cabeza", acompañando la palabra con el contacto
de la mano sobre la cabeza.
La corrección puede realizarse
individual o grupalmente. En el primer caso, cuando el niño requiera una indicación específica en relación con su
movimiento. En el segundo caso, cuando el error sea
común a varios niños, no siendo
perjudiciales las indicaciones para quien ha logrado el movimiento, ya que actúa como refuerzo.
Las consignas correctoras deben
enunciarse, dentro de lo posible, positivamente. Por ejemplo, "extiendan las rodillas" en lugar de
"no flexionen las rodillas"
Entusiasmo
El control del proceso debe
estar siempre orientado por una participación entusiasta del docente, actitud positiva que generará una
identificación por parte de los alumnos. Nada más
lamentable que observar una clase en la que una actitud poco entusiasta del docente desencadena un clima de
aburrimiento e indiferencia, que coarta las posibilidades de un rico
aprendizaje, y destruye la alegría y la fruición que debe generar esta
disciplina.
Dosificación del esfuerzo
El docente debe respetar los
tiempos de pausa indispensables para la recuperación orgánica, al mismo tiempo que la alternancia de los grupos
musculares y las funciones
comprometidas en el trabajo. No se respeta este aspecto
cuando el docente pretende lograr en un mes lo que no se consiguió en todo el año.
Una adecuada progresión del
trabajo asegura la dosificación del esfuerzo. Otro tema importante a considerar
es el enmascaramiento de la fatiga. Esto se produce, tal como dice Seybold, cuando el maestro recurre a las
"energías del inconsciente" de! alumno. Tal es el caso de concluir
con una competencia, una intensa sesión de trabajo. El niño fatigado, por un
fuerte sentimiento de lealtad hacia su
grupo, participará a riesgo de su propia integridad. El uso de la música, en
ocasiones tan interesante como el refuerzo rítmico de la tarea y como el marco estimulante para ésta,
también se convierte en un estímulo
inconsciente que disimula la fatiga cuando es incorrectamente aplicado.
Naturalidad, espontaneidad,
alegría, tolerancia, respeto y reconocimiento por parte de cada uno de los miembros del grupo, originan un clima de
clase dentro del cual todo
aprendizaje es feliz y posible. Los desaciertos y las dificultades del niño tanto como del grupo serán
interpretados como parte fundamental del proceso.
El maestro debería ser un
experto en la preparación de un buen clima, aplicando adecuadamente estímulos, límites, censuras, comentarios risueños,
pausas y momentos de reflexión,
RITMO DE LA CLASE
Este aspecto se refiere a la
intensidad variable con que se desarrolla la clase.
Dinamismo
La premisa de la participación
activa en el aprendizaje puede parecer obvia, pero creemos que en muchos casos no se concreta en la práctica. Todo aprendizaje debe requerir la participación activa del alumno,
es decir, solicitar su atención, su acción y su esfuerzo personal. Nadie
aprende por otro.
El docente deberá solicitar
constantemente, en el transcurso de la clase, la opinión, la iniciativa y el trabajo del alumno. Esta participación va más allá del enfoque "activista", ya que implica no sólo el
trabajo orgánico sino al niño como totalidad en acción. El dinamismo varía de un grupo a otro, puesto que
también son diferentes los ritmos funcionales
individuales de sus integrantes.
Continuidad
La sesión deberá estar
previamente planificada de modo tal que en su transcurso no se produzcan vacíos infundados de actividad. También se quiebra la continuidad de la clase cuando los niños esperan
turnos prolongados frente a un
aparato, cuando deber compartir escaso material o forman largas hileras para participar en un juego. Las rupturas de continuidad provocan desatención,
indisciplina, falta de concreción del entrenamiento
orgánico y las conocidas situaciones de riesgo.
Intensidad en las actividades
Las actividades deberán ser
suficientes en:
-Cantidad-variedad:
un
movimiento sólo puede aprenderse a partir de muchas repeticiones. Dichas repeticiones no tienen por qué ser de una
sola actividad sino de aquellas
variantes que lleven a cumplir el objetivo.
-Calidad:
nuevamente
afirmamos la convicción en un ajuste técnico de las actividades.
-Complejidad:
las
actividades deberán ser pensadas con un orden progresivo de dificultad que enriquezca la experiencia motriz del niño.
APROVECHAMIENTO Y RESULTADOS
Este aspecto está relacionado con la evaluación del
proceso.
Logro de objetivos y
propósitos
Una adecuada planificación se
fundamenta en un planteo claro de objetivos sobre los que el docente y los alumnos elaboran las situaciones de
aprendizaje. Recordemos
que los propósitos son los objetivos del docente, y los objetivos, las conductas esperadas en los alumnos. Ambos se
interrelacionan en una misma dirección, dando
lugar a una auténtica situación educativa.
Con respecto a este tema, el
maestro deberá realizar con sus alumnos una evaluación continua sobre la cual irá produciendo los ajustes
necesarios que aproximen al grupo hacia los
contenidos planteados.
Contenido educativo
En este enfoque de la Educación Física infantil, nos proponemos metas que
superen lo meramente funcional del
movimiento y una toma de conciencia de
que la nuestra, es un área más dentro del proceso de educación del niño. De ninguna manera esto es ofensivo para nuestra
tarea, sino que la revaloriza como medio fundamental en el desarrollo de
habilidades personales y sociales,
en el estímulo para el pensamiento critico, en su participación en el desarrollo de los valores y en la apreciación de
lo estético. Cada sesión de trabajo
deberá ser entonces una propuesta integral en la que no se desperdiciará la oportunidad de reforzar lo
antedicho.
Bibliografía.
-
La Educación Física
en la primera infancia. J. Gómez – L. González. Stadium.
-
¿Quién es capaz de? Liselot Diem.
Paidós.
-
Evolución del niño de 2 a
6 años. Maurisse Debesse.
-
Educación física infantil. Tomos I y II. Dirección Nacional de Educación
Física, Deportes y Recreación.
-
Juego y movimiento en la escuela primaria. Inés Beron. Novelibro.1994.
-
Juguemos en el jardín. Oscar Incarbone. Stadium.2002.
-
Educación física y su didáctica. María laura González de Alvarez, Beatriz
Alicia Rada de Rey. Editorial AZ. 1997.-